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las mejores terminaciones

Existe consenso entre arquitectos, historiadores y cronistas en que el de la Biblioteca Nacional es uno de los que ostenta las más finas terminaciones entre los edificios públicos chilenos. "El mármol, las maderas, la herrería, las pinturas murales -afirma el cronista urbano Miguel Laborde (Santiago. Lugares con historia, pág. 115)- se escogieron con criterio exigente", utilizando materiales nobles y empleando a los más eximios artesanos, artistas, obreros y constructores del país. El parquet, instalado por Guillermo Küpfer, fue fabricado con maderas de mañío, nogal, ébano y lingue. Los vidrios y vitrales fueron colocados por Adolfo Schlack. Las labores de ornamentación, composición y tallado artístico en madera y yeso para los distintos elementos decorativos del edificio estuvieron a cargo de Hipólito Eyraud. Las puertas de la entrada de Alameda fueron realizadas en hierro por Enea Ravanello, mientras que las balaustradas de las escaleras, obra de Alberto Mattmann, fueron ejecutadas en hierro y bronce. Sergio Ceppi montó los pisos de mármol y granito artificial.

La calefacción fue instalada por Eugenio Torres, la instalación eléctrica es obra de Pablo Schäufele, las lámparas fueron puestas por Casa A.E.G. y los ascensores marca Ottis implementados por Raab Bellet y Cía. El estuco del pabellón Moneda fue realizado en 1940 por la Unión Colectiva de Estucadores.