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Danza social

En medio del fervor de los cambios sociales y políticos de las décadas del sesenta y setenta, la masificación de la danza demostró tener un potencial de integración cultural. En Chile se convirtió en una efectiva herramienta de extensión a poblaciones, que dio pie en Chile al movimiento que se conoció como "danza social", liderado por el Ballet Popular, que dirigió Joan Turner, bailarina inglesa avecindada en el país luego de casarse en Londres con Patricio Bunster. Tras separarse del coreógrafo, ella fue pareja del cantautor Víctor Jara.

La compañía de Joan Turner, a comienzos de los años setenta, fue pionera en la realización de talleres de danza en poblaciones marginales, orientados a estimular a los trabajadores y sus familias para que formaran sus propias agrupaciones. Las actividades de instrucción se complementaban con la presentación de coreografías de distintos estilos, entre las cuales era recurrente que se montaran piezas compuestas por Bunster.

A esta compañía se le atribuye la creación de la primera pieza de esta línea social, titulada Capicúa 7/4. Estrenada en 1965 con el Ballet Nacional, ilustró en varios cuadros situaciones relativas a la juventud de la época, como reflejo del interés del coreógrafo por dotar a la disciplina de temáticas sociales y volverla sensible al contexto inmediato.

Durante el gobierno de Salvador Allende, las políticas de extensión vinculadas con la "danza social" continuaron siendo asumidas por el Ballet Nacional y el Ballet del Teatro Municipal. Tras el golpe militar, estas iniciativas perdieron continuidad, fruto del clima de represión social y del consecuente exilio de muchos de sus artífices.