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Fusión Liberal-Conservadora

Durante los últimos años de la administración del presidente Manuel Montt (1809-1880) se produjeron diversos conflictos entre las elites organizadas en los partidos Liberal, Conservador y en el propio gobierno. Además de los conflictos entre Montt y el grupo "pelucón", que producto de las disputas entre la Iglesia y el Estado se separó del gobierno para formar el Partido Conservador, se sumó el reagrupamiento de las fuerzas liberales contrarias al autoritarismo portaliano, a la censura de la opinión pública y a la imposición de Antonio Varas (apoyado por parte importante del Partido Nacional) como posible candidato y continuador de la obra del presidente Montt.

En los años 1856 y 1857 la oposición fue de tal magnitud que se conformó la denominada "fusión liberal-conservadora", que agrupó a ambos bandos. Esta alianza fue una maniobra política que buscó disminuir el poder del presidente, obligándolo a hacer un cambio de gabinete y alejar a Antonio Varas del gobierno. Como señalan los historiadores Julio Pinto y Gabriel Salazar "la "fusión" liberal-conservadora se gestó sobre dos concesiones ideológicas y una común reincidencia de clase: el Partido Progresista (después Liberal) surgido en 1849, excluyó de su ideario las tensas "cuestiones teológicas" que tanto importaban al Conservador, y éste sacó de su discurso el "autoritarismo" que tanto había irritado al Liberal. Practicados esos recortes, se transparentó para ambos su "linaje común" en la vieja oligarquía colonial. […] No hay duda de que la fusión liberal-conservadora tuvo que ver con la sobrevivencia metamórfica de la "clase" pelucona lo mismo que con el cálculo político de recuperar el poder y aislar la jefatura de los "hombres de mérito"" (Pinto, Julio y Salazar, Gabriel. Historia contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía. Santiago: LOM, 2018, p. 208).

El historiador Alberto Edwards sañaló que "existían, es cierto, en determinados círculos o individuos de las frondas, ideas o propósitos de otra índole: un sincero doctrinarismo republicano-democrático en unos pocos, la defensa religiosa como finalidad única, en muchos más. Pero el enemigo común de todos era, entonces, el poder [del presidente]. Algo de eso veremos reproducido en 1891" (Edwards V., Alberto. La fronda aristocrática en Chile. Santiago: Editorial Ercilla, 1936, p. 92-93).

Esta fue, además, una de las primeras ocasiones en que el Congreso utilizó la obstrucción a la ley de presupuesto para presionar al gobierno, por lo que Montt intervino con sus candidatos en las elecciones parlamentarias de 1858. A las presiones parlamentarias se sumó la exigencia de los liberales de una reforma constitucional, a través de una asamblea constituyente, para garantizar las libertades individuales y colectivas. Ideas que fueron presentadas a la opinión pública a través del periódico La Asamblea Constituyente, que fue clausurado por el gobierno (Eyzaguirre, Jaime. Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile. Santiago: Editorial Universitaria, 1979, p. 109-110).

En 1859 estalló una revolución en Copiapó, liderada por el empresario minero Pedro León Gallo, Guillermo Matta y Manuel Antonio Matta. Dicha revolución también buscó disminuir el autoritarismo imperante, atribuyéndole responsabilidades sobre la profunda crisis económica de esos años y buscaron propiciar mejores condiciones para el desarrollo de la industria en el país y el comercio con el exterior. La fortaleza militar del bando revolucionario preocupó a los miembros de la fusión, quienes, manteniendo su oposición a Montt, decidieron ayudarle a sofocar el levantamiento.

Tal revolución permitió que, en el último año de gobierno de Montt, la fusión se fortaleciera al igual que la necesidad de consenso entre la elite, lo que decantó en la elección de un candidato común: José Joaquín Pérez (1800-1889). Este conformó un gabinete con miembros del Partido Liberal, del Partido Conservador y del Partido Nacional, quedando solo como oposición el Partido Radical, que nació entre los participantes de la revolución de 1859. De esa manera el gobierno de Pérez fue un periodo de dominio de los partidos políticos nacionales y de fortalecimiento del parlamento.

La fusión liberal-conservadora fue una herramienta funcional para ambos partidos, ya que por un lado los liberales lograron ser parte del gobierno -y luego llevar sus propios candidatos a la presidencia- para empujar sus reformas, mientras que para los conservadores esta unión política les permitió mantenerse en el poder, renovar sus ideas internas y representar a la Iglesia católica en las grandes decisiones sobre la laicización del Estado. Así, abogaron por la libertad de enseñanza para mantener en funcionamiento las escuelas católicas; la libertad de culto y reunión para mantener y defender la influencia del catolicismo y la libertad de opinión para expresar abiertamente su discurso sin la censura de los gobiernos.

Sin embargo, los desacuerdos en el parlamento para integrar la visión conservadora en las denominadas "Leyes Laicas" terminaron con la fusión liberal-conservadora en la década de 1870. Igualmente, esa apertura del "peluconismo" en la discusión sobre las libertades en chile llevó a la conformación de la denominada "República Liberal" que se mantuvo vigente hasta el gobierno de José Manuel Balmaceda (1840-1891).