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Radicales del siglo XX (1900-1930)

A pesar de que la crisis política de 1891 generó una oportunidad para que los partidos políticos consolidaran un sistema parlamentario donde la toma de decisiones estuviese en el Congreso y no en la figura del presidente de la República, igualmente esta crisis abrió un ciclo político donde las colectividades cercanas a la clase media y los sectores populares -golpeados por las crisis económicas, el proceso de proletarización y la mínima repartición de la riqueza generada por los episodios de auge y crecimiento del ciclo salitrero-, reconfiguraran sus ideas y sus programas.

En ese sentido, el Partido Radical no estuvo exento de esos cambios. Durante la Convención de 1906 este se dividió en dos facciones que defendieron proyectos políticos con un origen común, pero con interpretaciones distintas de la realidad nacional y con ideas diferentes respecto al rol que debía cumplir el Estado frente a las problemáticas sociales. Por un lado, estuvo el grupo liderado por Enrique Mac Iver (1844-1922), quien planteó una postura moderada, basada en la mantención del carácter liberal tradicionalista, cercano a la política de alianzas con el Partido Liberal, el Partido Conservador y el Partido Demócrata. El segundo grupo, liderado por Valentín Letelier Madariaga (1852-1919), propuso una política de renovación a partir de un acercamiento a la ideología socialista y socialdemócrata, quienes tuvieron como ejemplo la socialdemocracia europea, donde el Estado ejerció un rol interventor en respuesta al comunismo y el anarquismo que ganaron relevancia política entre la clase trabajadora chilena y mundial durante los primeros años del siglo XX.

La postura de Letelier se enmarcó en "un intento serio por evitar el error de 1887, en donde, por debilidad de plataforma política, había surgido el Partido Demócrata llevándose un sector de radicales de orientación socialista. El resultado de este debate en el seno del radicalismo fue un Partido Radical actuando, entre 1906 y 1920, en la perspectiva de las reformas sociales" (Milos, Pedro. Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935-1938. Santiago: LOM, 2008, p. 17).

Valentín Letelier hizo eco del socialismo y la socialdemocracia en una columna titulada "Los pobres", publicada en 1896 en el periódico radical La Ley, donde expresó cómo estas ideas políticas se expandieron en Europa y cómo la clase trabajadora rechazó el liberalismo tradicional y se acercó a esta nueva forma de partido político, que les ofrecía representar sus necesidades de clase al interior del sistema democrático burgués.

Así, poco a poco el socialismo radical se posicionó como la facción más importante del partido, lo que quedó de manifiesto entre 1906 y 1920, periodo en que los parlamentarios radicales fueron fundamentales para la aplicación de reformas constitucionales y de la promulgación de leyes tanto en el ámbito de la regulación laboral como las de carácter social, tendientes a mejorar las condiciones materiales, morales y de vida en general de los sectores populares y la clase trabajadora.

En la Convención de 1921 el partido reconoció "el principio científico de la evolución progresiva, tendiente a organizar la sociedad sobre aquellas bases que permiten el aumento de la producción y una distribución más justa de la riqueza. El progreso y desarrollo de la persona y de la sociedad debían descansar en la solidaridad, la justicia y la libertad" (Milos, p. 17).

Su giro ideológico hacia el cambio estructural y las reformas sociales se vio reflejado en el apoyo a la candidatura y posterior gobierno de Arturo Alessandri Palma (1868-1950). Los líderes del partido vieron en su programa de gobierno una salida integral a los conflictos abiertos por la crisis económica que se generó al finalizar la Primera Guerra Mundial, causada principalmente por las crisis cíclicas de la industria salitrera, que funcionó como pilar fundamental de las finanzas estatales. Además, las reformas impulsadas en el plan de legislación social de Alessandri se vieron truncadas por el parlamento, hegemonizado por el espectro político conservador que se opuso constantemente a esos cambios.

Durante la crisis política, social y económica abierta por el golpe de Estado de 1924, el proceso constituyente de 1925, la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1932) y la República Socialista (1932) -incluyendo los gobiernos de Luis Barros Borgoño (1858-1943), Emiliano Figueroa Larraí­n (1866-1931) y los periodos en que fue vicepresidente y presidente de la República el militante radical Juan Estaban Montero (1879-1948), el Partido Radical vivió un nuevo proceso de cambio y reconfiguración doctrinaria. En él se enfrentaron nuevamente sus "dos almas", la reformista y conciliadora que tendía a representar al centro político, facción dispuesta a generar acuerdos políticos con la "centro-derecha" formada a inicios de la década de 1930, y un grupo mucho más cercano a las ideas de izquierda, herederos políticos de Valentín Letelier. Respecto a esta crisis, se entendió que "el fracaso del gobierno de Alessandri significó el fracaso de los sectores medios (...). Con esto, el radicalismo ve agudizados sus conflictos internos; algunos sectores decidieron volcarse decididamente hacia los partidos obreros, abandonando las filas radicales; otros vieron la necesidad de contrarrestar en su partido el predominio político de los sectores conservadores" (Milos, p. 18).

Esta pugna política interna comenzó en 1925, cuando muchos de los preceptos de los radicales de izquierda fueron integrados en la discusión constitucional, dejando al grupo más moderado con poca representación en el nuevo ciclo político. Sin embargo, durante el segundo gobierno de Alessandri (1932-1938), de carácter moderado y autoritario, el ala derecha del radicalismo logró participar incluso en el gabinete ministerial.

Durante el ciclo político posterior, que va desde 1932 a 1938, el Partido Radical continuó con su proceso de interpretación de la realidad nacional y llegó incluso a la conclusión de que el liberalismo clásico y el capitalismo habían entrado en una profunda crisis, por lo que el ala izquierda decidió consolidar sus lazos con los partidos Socialista y Comunista.

De dicho proceso y las experiencias políticas europeas que se levantaron como oposición al fascismo y el nacionalsocialismo, el Partido Radical tomó la decisión de integrar en 1936 al Frente Popular, como medida para reformar el Estado, representar nuevamente a los sectores populares, evitar la crisis capitalista y detener el avance de ideologías autoritarias en el país.

Tal decisión permitió la llegada a la presidencia de Pedro Aguirre Cerda (1879-1941), con su programa de gobierno y los eslóganes "pan, techo y abrigo" y "gobernar es educar", desde donde plantearon una profunda reforma agraria, intervención del sistema educacional primario, secundario y universitario, y una importante reforma a nivel industrial a través del sistema de sustitución de importaciones y del fomento y de fortalecimiento de la producción nacional a partir de instituciones como la Corporación de Fomento de la Producción.