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Los pájaros errantes (1915)

En 1915, Pedro Prado publicó Los pájaros errantes, con el subtítulo "Poemas menores y breves divagaciones", primer volumen en el que integró poemas en prosa. Este libro habría surgido luego de un viaje realizado por el autor y Alberto Ried (1886-1965) hacia la zona sur de Chile, el que iniciaron en Puerto Montt (Kelly, John. The sentiment of nature in the prose of Pedro Prado. Tesis para optar al grado de Doctor en Lengua y Literatura. University of Southern California, 1967, p. 80).

Al estudiar la obra del autor, la crítica se ha referido, por un lado, a su aspecto formal, es decir, a la forma de los poemas en prosa, y al cambio que supuso en relación con la producción anterior del autor. Por otro, se ha mencionado que Los pájaros errantes constituye un antecedente del texto programático o manifiesto del grupo Los Diez, conocido como "Somera iniciación al Jelsé", y se ha destacado su influencia en algunos escritores de las vanguardias chilenas.

Julio Arriagada y Hugo Goldsack, al revisar la crítica del libro en la primera mitad del siglo XX, expresaron que no había recibido la suficiente atención y valoración: "Se trata de un libro de extraño sino. Pese a su habitual acuciosidad y percepción de los valores reales, Alone, en su Panorama de literatura chilena durante el siglo XX, olvida citarlo, Roque Esteban Scarpa se limita a decir de él que 'el ritmo del estilo resucita versos perdidos'. Armando Donoso, en Nuestros poetas, selecciona algunos poemas de este libro sin comentario alguno. Arturo Torres Rioseco, en su Gran Literatura Iberoamericana, no cree oportuno mencionarlo entre los libros fundamentales, ni entre los otros". No obstante, para Arriagada y Goldsack, Los pájaros errantes "es uno de los libros capitales de aquella promoción de 1914 y aledaños, de tan fuerte y definitiva influencia en la generación de 1920. Su sombra se proyecta, ostensible y visible, en los primeros versos Neruda y, particularmente, en las maravillosas prosas poemáticas de Anillos", libro que escribió con Tomás Lago (1903-1975). Para los críticos, la lectura de este libro en los poetas que "hacían sus primeras armas" contribuyó "a determinar los límites y los caracteres de la prosa poemática chilena y gran parte de nuestra producción estrictamente poética" (Arriagada, Julio y Goldsack, Hugo. Pedro Prado, un clásico de América. Santiago de Chile: Revista Atenea, 1952, p. 13-14).

Raúl Silva Castro (1903-1979) indicó que, con Los pájaros errantes, Prado cerró el periodo inicial de su producción: "Este libro deja las andaderas de la rima, que alguna vez empleó en Flores de cardo, y no aspira ya al ritmo cantable sino que se conforma con los 'poemas en prosa', género difícil, discutido entonces y hoy, y por varios años permanece, al través de no pocos libros, fiel a sus exigencias técnicas" (Pedro Prado (1886-1952). Santiago: Andrés Bello, 1965, p. 12). Para Silva Castro, el aspecto más relevante del libro, lo desprendió del poema "La despedida", en el que observó "el problema de los límites de la conciencia y la elección", asunto que, según una entrevista que Prado le dio al crítico, es "uno de los motores íntimos de su creación literaria" (p. 41).

A partir de una lectura que consideró la producción poética de Prado de forma más general, Patricio Lizama mencionó que los poemas en prosa del autor aparecen "en las postrimerías del modernismo, incorporan los postulados mundonovistas de una 'novela integral y lírica' y de una percepción de lo propio latinoamericano, y anticipan las propuestas de la vanguardia pues algunos de estos poemas y Alsino se configuran como prosa poemática y visionaria". En el caso particular de Los pájaros errantes, Lizama observó que el poema "Los exploradores" "es un verdadero manifiesto y un antecedente del pensamiento vertido en el texto programático de Los Diez", Somera iniciación al Jelsé, en el sentido de que aparece el artista como guía de los hombres: este "se integra a la travesía de los exploradores que van adelante y así se convierte en un vanguardista que desea 'llegar y ver el primero' para contemplar y ofrecer la visión inicial de la belleza desconocida y de las nuevas zonas de realidad". En este sentido, "el artista es el que trabaja para lograr la justicia y la belleza en el mundo" (Lizama, Patricio. "Manifiestos y utopías, viajes y videncia: una lectura mística de Pedro Prado". Revista Chilena de Literatura. Número 82, 2012, p. 160-162).