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Investigación folclórica

Nicomedes Guzmán lo describió como un labriego, un pescador, un minero, aludiendo a su dedicado trabajo de recopilador y buscador de tesoros. Comenzó su labor de investigador y observador cultural en Bolivia, donde permaneció alrededor de un año recorriendo el país y estudiando el arte folclórico. Desde ese momento no cesó en su tarea y producto de ello surgieron innumerables folletos, artículos, libros de análisis sobre cultura e imaginación popular.

Oreste Plath definió el arte popular de la siguiente manera: "El arte popular es el producto del intuitivo que emplea su ocio en la realización de un objeto cualquiera en forma espontánea e ingenua; cuando halla su inspiración en el acervo folclórico común al grupo humano al que pertenece; cuando expresa su sentir y satisface una íntima necesidad de expresión" (Arte popular y artesanías de Chile. Santiago: Escuela Lito-Tipográfica Salesiana, 1972. p. 6). Consideró que el arte popular verdadero se encuentra escondido del público, al interior de los hogares suburbanos y campesinos.

Trató diversos temas relacionados con el folclor: medicina, insectos, animales, religión, artesanías, juegos, enfermedades, alimentación, folclor infantil, enlazándolos con la imaginería y habla popular. Por ejemplo, en su libro Nuestro folclor, los insectos y otros artrópodos portadores de enfermedades, advierte que es a través de los refranes como se observa la identificación que se hace de los insectos con determinadas cualidades o defectos humanos.

Así resumió Oreste Plath su metodología de investigación, la que le permitió generar una vasta obra de difusión folclórica: "Llego a un pueblo y lo primero que hago es visitar el mercado, veo lo que están comiendo, las verduras y frutas estacionales, las carnes. Y lo complemento con los restaurantes de segunda o tercera clase, converso con la gente y reviso la basura, porque dice mucho. Entonces sigo observando las formas del pan: ¿por qué trenzas, por qué medialunas, por qué roscas? Todo tiene un significado. Y voy al cementerio y al otro día conozco más que la gente de la ciudad a través de sus muertos, pasando por los nichos y los 'santos quebrados', que están al fondo y no los botan, porque han acompañado por años a sus deudos. Luego converso con el sacerdote sobre los aspectos religiosos, la juventud, los prostíbulos, la moral" (Irarrázabal Sánchez, Elena. "Las huellas de un caminante", El Mercurio, 18 de noviembre, 2001, p. E4-5)

Muy respetado por sus congéneres, su obra es hoy considerada un gran aporte: "Consagrado como uno de nuestros mejores estudiosos e investigadores del decir popular, este magnífico escritor desaparecido era dueño de una libreta y un lápiz, con el cual anotaba todo aquello que de curioso e insólito tuviera el alma popular chilena" (Muñoz Lagos, Marino. "A un año de Oreste Plath", La Prensa Austral, 24 de julio, 1997).