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Tejedoras y costureras

La tradición textil mapuche ha sido muy estudiada en Chile ya que esta actividad era considerada como un acto por medio del cual se manifestaban y leían diversos mensajes que explicaban las funciones sociales, calidades y ascendencias de quienes los usaban.

A partir de la colonización española y la introducción de ovejas en la zona de la Araucanía, la producción de tejidos se fue acrecentando entre las mujeres mapuches, quienes, según relatos del periodo, llegaron a producir alrededor de 40 mil ponchos al año, los que pasaron a ser un elemento tradicional en la indumentaria masculina. Con el paso del tiempo y debido a los contactos culturales y comerciales con el mundo hispano, la práctica del textil fue tomando nuevas formas. Con todo, esta sigue siendo una actividad tradicionalmente enraizada entre las mujeres mapuches, formando parte de las expresiones artísticas de este pueblo en la actualidad.

Por su parte, ser costurera era la mejor opción para ganar dinero que tenía una mujer española o mestiza que quisiera trabajar y mantener su honra al mismo tiempo. Por ser considerada una tarea de mujeres, propia y apta para el sexo débil, las costureras trabajaron sin grandes restricciones o regulaciones de parte de las autoridades. Encerradas en sus casas o en la celda del monasterio, las mujeres que realizaban labores de manos como bordados, costura o zurcidos, no se exponían a los peligros de la calle y, por lo tanto, no alteraban el orden espacial, social y sexo-genérico de la Colonia. Fue por estas razones que el oficio de costureras era bien visto por autoridades y vecinos del Chile tradicional y gozó de popularidad entre las mujeres. Es más, en el siglo XX, en pleno proceso de industrialización, fue uno de los más ejercitados por las trabajadoras industriales.

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