Las prácticas de las santiguadoras contienen una ambivalencia derivada de tradiciones mágicas provenientes de las tradiciones autóctonas, y otras hipocráticas procedentes de las prácticas curativas de origen arábigo-hispánico, y que han sido estudiadas como una manifestación de la religiosidad popular. La presencia de estas prácticas sigue siendo hoy en día una costumbre posible de localizar en toda América Latina. Las santiguadoras han dejado un gran legado en las tradiciones populares y la cultura local, como lo demuestran los distintos cantos, cuentos y tradiciones vinculadas con ellas.

Las principales enfermedades que ellas curan son los "males", "maleficios", o "males de ojo" (también conocido como "aeojo" o "fascinación"). Los procedimientos para curar los maleficios que provocan la enfermedad a una persona son llamados "contras" y se realizan a través de sahumerios con distintas hierbas quemadas, rezos, invocaciones y rituales en los que se entrecruzan categorías religiosas o concepciones mágicas sobre el universo, el cuerpo y la enfermedad.

La santiguadora es siempre de sexo femenino, de edad o joven, quien recibe el don de parte de Dios o alguna fuerza superior, y aprende y transmite su oficio de generación a generación.