En el intento por revelar y poner en escena a otros actores significativos de la historia nacional, diversos historiadores sociales se han dedicado en los últimos años al estudio de las mujeres populares o de bajo pueblo. Mujeres de ascendencia indígena, esclava o mestizas han sido consideradas dentro de esta categoría por la relación definitiva entre su raza y la consecuente posición que ocupaban en la jerarquía social.

Del relevamiento de nuevas fuentes o de la relectura de otras ya conocidas, estos investigadores han logrado diversificar la imagen de la mujer en el Chile tradicional a través de las distintas modalidades de participación de ellas en el espacio privado o público. En oposición a las mujeres de élite, las del bajo pueblo se desenvolvieron al margen de la expansión mercantil sustentada en el comercio a mediana o gran escala, lo que provocó que ellas permanecieran más fieles a la tradición criolla, y que desarrollaran nuevas formas de sociabilidad popular como las cocinerías, pulperías, chinganas, hospedajes, etcétera, lugares en los que tenían cita diversas expresiones de la cultura popular como la cueca, el canto, el baile y los juegos.