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Primeros exponentes nacionales

En la primera mitad del siglo XIX surgieron los primeros exponentes, quienes comenzaron a escribir influenciados por las lecturas de autores románticos extranjeros. Fue precursor José Victorino Lastarria, quien publicó, siguiendo el mismo modelo folletinesco por entrega, tres volúmenes: en El Crepúsculo; un cuento titulado "El mendigo", y, en 1848, Historia de 1612, El Alférez Alonso Díaz de Guzmán, basada en la vida de la conocida Monja Alférez.

Sin embargo, los más populares de este período fueron: Martín Palma, Daniel Barros Grez, Liborio E. Brieba, Ramón Pacheco y José Antonio Torres. La teórica literaria Gina Cánepa, afirma que estos autores, si bien no lograron una connotación mayor, como su coetáneo Alberto Blest Gana, sí fueron un aporte para el desarrollo de la novela histórica, ya que tuvieron "una formación cultural versátil; interés por otros géneros literarios, como el ensayo histórico y político; participación en la vida política y gran habilidad y elegancia en el estilo narrativo. Sobre todo, lograron una simbiosis efectiva entre los episodios históricos reales y los ficticios" ("Folletines históricos del Chile independiente y su articulación con la novela naturalista", Hispamerica (Gaithetsburg), (50): 29, 1988).

Sus temáticas estuvieron centradas preferentemente en la Independencia y Guerra del Pacífico, destacándose Liborio E. Brieba y Ramón Pacheco, quienes abarcaron otros episodios de la vida nacional y reactualizaron las hazañas de Bernardo O'Higgins, Manuel Rodríguez y José Miguel Carrera. Otros escritores fueron: Daniel Barros Grez, quien escribió Pipiolos i Pelucones: tradiciones de ahora cuarenta años (1876), una sátira sobre la gestión del Partido Conservador y José Antonio Torres, quien tuvo buena recepción, gracias a su folletín Los misterios de Santiago (1858) inspirado en Los misterios de París de Eugene Sue.

Por otra parte, la única mujer dedicada a la escritura de novela histórica fue Rosario Orrego, que publicó en 1874: "Teresa. Episodio de la época de la Independencia", en la Revista de Valparaíso.

En definitiva, los folletines históricos buscaron representar la totalidad histórica de la nación: "aludieron a un alto concepto de la historia y pasados nacionales con sus hazañas guerreras, exaltación de la vida militar, legitimación de la guerra como medio de alcanzar el poder y la grandeza, elogio a la iniciativa personal y a la astucia y en varios casos, sensibilidad respecto de los asuntos de los estratos sociales ascendentes (como la clase media) y un fuerte espíritu laico y abiertamente anticlerical" (Gina Cánepa. "Folletines históricos del Chile independiente y su articulación con la novela naturalista", Hispamerica (Gaithetsburg), (50): 24, 1988).