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Verdadero auge

El auge de la novela histórica se debió especialmente a la proliferación del folletín de corte romántico, el que evidenció la preferencia del público chileno por consumir masivamente las novelas publicadas por entregas en los periódicos. Este dato sirvió para que dos medios santiaguinos introdujeran después de 1840, el folletín histórico. En 1842, inició sus publicaciones El Progreso y en 1844 El Mercurio se atribuyó el lanzamiento de los primeros folletines de autores extranjeros: entre septiembre y diciembre de 1846, presentaron Guatimozín de la escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda y, posteriormente, a Alexandre Dumas padre, Eugenio Sue y Alphonse de Lamartine. Debe destacarse que la difusión de obras extranjeras por parte de los periódicos, orientó las preferencias literarias de los jóvenes escritores y de la generación de 1842, que se formó leyendo a autores europeos y, principalmente al escocés Walter Scott, autor de Ivanhoe.

La primera novela histórica nacional que se editó como libro fue impresa en Lima en 1852 y se tituló El inquisidor mayor, o historia de unos amores, del autor chileno Manuel de Bilbao.