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Su muerte

El 23 de septiembre de 1973, a escasos días del golpe de Estado y de la muerte de innumerables amigos, como el mismo Salvador Allende, Neruda fue vencido por el cáncer.

Su funeral se desarrolló en medio de las más estrictas medidas de seguridad, convirtiéndose, sin embargo, en una de las primeras acciones de resistencia al golpe. Entre las metralletas militares, el cortejo avanzó hasta el Cementerio General: los primeros puños en alto se levantaron, mientras las voces quebradas de amigos, artistas y hombres y mujeres anónimos cantaban el himno del Partido Comunista, "La Internacional".

El simbolismo de la muerte de Neruda a pocos días del golpe de Estado, las imágenes de su entierro y el dolor que comenzaba en Chile, unieron para siempre la figura del poeta al imaginario de la izquierda chilena.