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María Antonieta Hageenar

En la colonia holandesa de Java se le otorgó el mando de dos sedes consulares, obteniendo por ello una mejoría en su sueldo. Este nuevo status le permitió contraer matrimonio y acabar con su soledad que ya sentía redoblarse. Conoció a María Antonieta Hageenar, hija de holandeses, quien vivía en ese territorio. Así la describió Margarita Aguirre en su libro sobre Neruda: "Ella está muy orgullosa de ser la esposa de un cónsul y tiene de América una idea bastante exótica. No sabe el español y comienza a aprenderlo, pero no hay duda que no es sólo el idioma lo que no comprende. A pesar de todo, su adhesión sentimental a Neruda es muy fuerte y se los ve siempre juntos. Maruca, así la llama Pablo, es altísima, lenta, hierática" (Las vidas de Pablo Neruda. Santiago: Zig-Zag, 1967. p. 187).

Se casaron el 6 de diciembre de 1930 sin previo aviso. Posteriormente, el 15 de diciembre, Neruda escribió una carta a su padre comunicándole la noticia, la que causó el enojo de éste: "Pienso que, aunque haya sido así, y si usted y mamá hubieran tenido la suerte de conocer a la que es hoy mi mujer, se sentirían orgullosos de ella como yo lo estoy, y la querrán tanto como yo la quiero. Para mí ella reúne todas las perfecciones, y somos enteramente felices..." (Teitelbom, Volodia. Neruda. Santiago: BAT, 1944. p. 157).

En sus primeros meses de matrimonio, recibieron la visita de Elvira Santa Cruz Ossa (Roxane), quien venía realizando un viaje por el medio Oriente. A su regreso, publicó un artículo donde describió la alegría de los recién casados: "La casa de Pablo Neruda está en Weltebreden; sólo dos habitaciones son cerradas y aun estás tienen pequeños agujeros en los muros para que los pájaros hagan allí sus nidos. Nido de amor es aquella minúscula vivienda del cónsul chileno" (http://www.letras.s5.com/neruda).

Junto a su esposa, se trasladó en 1931 a Singapur. Allí, vivieron sus mejores momentos como pareja. Esta dicha se la comunicó a Héctor Eandi: "Mi mujer es holandesa, vivimos sumamente juntos, sumamente felices en una casa más chica que un dedal. Leo, ella cose. La vida consular, el protocolo, las comidas, smokings, fracs, chaqués, uniformes, bailes, cocktails, todo el tiempo: un infierno. La casa es un refugio, pero los piratas nos rodean. Rompemos el sitio y huimos en automóvil, con ternos y cognac y libros hacia las montañas y la costa. Nos tendemos en la arena, mirando la isla negra, Sumatra, y el volcán submarino Krakatau. Comemos sándwichs. Regresamos. No escribo. Leo todo Proust por cuarta vez. Me gusta más que antes. He descubierto un pintor surrealista. Salimos con él, a comer en los restaurantes chinos, bebemos cerveza" ("Carta 5 de septiembre, 1931". Pablo Neruda, Héctor Eandi: correspondencia durante Residencia en la tierra/ Margarita Aguirre (comp). Buenos Aires: Sudamericana, c1980. p. 98). Sin embargo, en Singapur permanecieron unos pocos meses, debido a que la crisis mundial obligó al gobierno chileno a suprimir dicho cargo.

El regreso a Chile en 1932 implicó el distanciamiento de la pareja. Maruca no logró integrarse al círculo literario y amistoso que su marido frecuentaba, además, escasamente entendía el español. Por su parte, los amigos poetas de Neruda nunca sintieron afinidad con ella. Así, la describió Diego Muñoz: "Era un ser extraño, hermético, con quien no se podía conversar sino en inglés. Aquella mujer hizo todo cuanto pudo por distanciar a Pablo de sus amigos. El único a quien toleró fui yo, probablemente gracias a la simpatía que tuvo por mi amiga de entonces". (http://www.uchile.cl/neruda/maruca.htm).