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nuevos patrones de conducta social

A mediados de la década de los treinta, los bailes afroamericanos fueron adquiriendo una creciente popularidad en Chile, llegando a instalarse como un nuevo referente identitario. Desde la institucionalidad cultural chilena surgieron voces como la de Pedro Humberto Allende -Premio Nacional de Arte en 1945-, quien alertó públicamente acerca del carácter "perverso", "canallesco" y "malsano" de estos ritmos, que amenazaban con desplazar la música local, representada por las "nobles" tonadas y cuecas chilenas. Estos juicios representan a un sector de la población que impugnaba el escaso apoyo institucional hacia la música nacional y resentía el comienzo de un proceso de penetración cultural desde el Trópico, detrás del cual veían un conflicto de orden simbólico, en el que se jugaba la identidad nacional y la autenticidad de sus emblemas.

La tendencia mayoritaria a abrazar esta oferta de música tropical en Chile responde a la necesidad de encontrar formas de expresión que permitan una identificación como "habitantes de un continente mestizo que intenta resolver la compleja ecuación identidad local y modernidad" (González, 2003). Se considera que los géneros bailables procedentes del Trópico le agregan modernidad a una identidad latinoamericana en constante construcción. En Chile, esta música produce transformaciones en la manera de bailar al brindar mayor libertad corporal. La sensualidad de los movimientos asociados a los bailes afroamericanos contribuye a configurar una sociabilidad que asume otra relación con el cuerpo.