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Modernización de las faenas productivas

A comienzos de la década de 1830, la explotación minera a gran escala de los sulfuros de cobre estuvo marcada por la introducción tecnológica de los hornos de reverbero y calcinación, por parte del ingeniero en minas Carlos Lambert, en una fundición en el puerto de Coquimbo. Este adelanto permitió la explotación de cientos de minas de cobre en el Norte Chico, las que también incorporaron nuevas tecnologías mineras, como las máquinas a vapor y los carros de arrastre. Este proceso estuvo acompañado de una modernización en el transporte de los minerales y la fundición de estos en ejes y barras. Al finalizar la década de 1870, los principales yacimientos de cobre ya estaban comunicados con los puertos de embarque por medio de ferrocarriles y los hornos de reverbero se habían multiplicado por los distintos minerales, surgiendo establecimientos de fundición que incorporaron tecnología de punta.

En el mundo agrícola la modernización estuvo acompañada por la introducción de máquinas a vapor para la mecanización de las faenas agrícolas. En ambos sectores productivos, la máquina a vapor fue la clave tecnológica. Ésta funcionaba gracias a la industria carbonífera del sur, recurso del cual se obtenía la energía necesaria para producir el vapor. En suma, el carbón fue durante el siglo XIX la energía que permitió el funcionamiento de miles de máquinas a vapor que movilizaban ferrocarriles, vapores, y locomóviles, además de encender los fuegos de fundiciones de cobre y acero.