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Plan de estudios para una niña

Hacia 1840, Mercedes Marín escribió el texto "Plan de estudios para una niña", propuesta en la que delineó un "modelo de currículum en el que plasma sus convicciones sobre las que debieran ser las bases de la instrucción femenina". Este escrito no fue publicado por Marín, sino que fue dado a conocer por Miguel Luis Amunátegui (1828-1888) en dos ocasiones, en su estudio sobre la autora Doña Mercedes Marín del Solar, más de dos décadas después, en 1867, y, posteriormente, en 1892, en su libro póstumo La alborada poética en Chile después del 18 de setiembre de 1810 (Contreras, Joyce. "Aproximación a la escritura y labor intelectual de Mercedes Marín del Solar (1804-1866)". En Marín del Solar, Mercedes. Mercedes Marín del Solar (1804-1866): obras reunidas. Santiago de Chile: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2015, p. 39).

Según Amunátegui el plan fue redactado "como simples apuntes, sin pretensión de ningún género", correspondía a la idea que Marín "se había formado de la educación de la mujer" y, a su vez, daba "una pintura de sí misma", en relación con la coincidencia entre el plan y la propia educación de la autora (Amunátegui, Miguel Luis. Doña Mercedes Marín del Solar. Santiago: Imprenta de la República, 1867, p. 25).

En este plan, la educación de las niñas se planteó desde el espacio privado del hogar familiar y presentó a la madre como quien debía guiar el proceso de formación. Así, en esta propuesta de Marín, el "sujeto pedagógico femenino que allí se configura -tanto la madre como la hija- pertenece a este círculo en el que funciona el modelo de la familia republicana, inmerso en un ámbito de cultura letrada. La madre se configura como una mujer instruida en función de transmitir a sus hijos los valores cívicos" (Hurtado, Edda. "Intelectuales tradicionales, educación de las mujeres y maternidad republicana en los albores del siglo XIX en Chile". Acta Literaria. Número 44, 2012, p. 130). Los conocimientos de la madre y de la niña, en este sentido, "tenían una finalidad que les era común y que iba más allá de la adquisición de un saber por saber: la ilustración de las mujeres solo producía verdaderos frutos en la medida en que servía a la formación de los futuros ciudadanos y, por consiguiente, era funcional al proyecto nación" (Contreras, p. 44).

En relación con los ámbitos de estudio, se indicó, como aspecto principal, la consagración a Dios y el estudio de la religión, tarea en la que la madre debía guiar a sus hijas desde temprana edad (Marín, Mercedes. "Plan de estudios para una niña". En Amunátegui, Miguel Luis. Doña Mercedes Marín del Solar. Santiago: Imprenta de la República, 1867, p. 25). A medida de que la niña creciera y avanzara en la lectura y escritura, el programa presentó como contenidos la enseñanza de geografía, escritura, historia, lectura de fábulas, gramática, música, dibujo, literatura, bordado y quehaceres domésticos. En cuanto a estos temas, Amunátegui comentó que probablemente el plan estaba incompleto, "pues de otra manera no se comprendería la omisión de las nociones más rudimentales del cálculo". Además, como comentario general a la propuesta de Marín, destacó que la autora pusiese en este plan "tanto empeño por que la mujer aprendiese los rudimentos de la ciencia, como los del gobierno doméstico, la música o el dibujo, como la costura, o la administración del té o de la azúcar" (Amunátegui, p. 32-33).

Respecto a la metodología de enseñanza y estudio, el plan "configura una destinataria de la oligarquía criolla, puesto que se asume que en el hogar hay libros, que la madre que la educa sabe leer y escribir, que puede corregir sus lecciones y donde se tiene conocimiento de lenguas extranjeras (sugiere dos por lo menos, enfatizando el estudio de francés)" (Hurtado, p. 131). Por ejemplo, Marín sugirió la lectura del Catecismo de Claude Fleury (1640-1723) en el plan y cómo la madre debía guiar el proceso de estudio. Así, "todos los días la madre leerá con ella una lección de Fleury, cuidando de hacer que la entienda bien, y corrigiéndole las faltas de sentido y de puntuación. La niña estudiará esta lección a fin de hallarse en estado de contestar bien las preguntas de dicho catecismo que se le harán al día siguiente, cuando se le tome la lección, dándosele otra después de bien sabida aquella, y guardando siempre el mismo método" (Marín, 26). En este sentido, la autora estaba preocupada por "un aprendizaje comprensivo y ya no memorístico, de las discentes" (Contreras, p. 43).

Este plan de estudios dio cuenta del "interés de la autora por problematizar la relación de la mujer y el acceso al conocimiento, contribuir y fomentar la educación de las señoritas y la formación de las madres, proponer un moderno modelo de metodología de la enseñanza, entre otras cosas", interés que se ha considerado como una muestra del carácter adelantado de la autora, "quien a través de este tipo de instancias colaboró de manera decisiva en el lento transitar femenino hacia la esfera pública y su posterior inserción en el campo cultural" (Contreras, p. 44).