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Obra singular

Mauricio Wacquez fue un autor de pocos lectores. Dueño de un estilo esmerado y documentación erudita, su obra literaria giró en torno a una serie de temas recurrentes. Entre ellos destaca el del poder, tópico que abordó mediante diversas alegorías desarrolladas a partir de la exploración de las relaciones sexuales, con sus correlatos de crueldad, perversión y culpa.

Un aspecto relevante que se advierte en toda su obra es el componente autobiográfico, velado en los inicios y acentuado en sus proyectos tardíos. "Todos los libros que yo escribo, o casi todos," señaló en una ocasión,"tienen el 95 por ciento de autobiográficos. Podrán no reconocerse muchas cosas pero yo las reconozco y sé a qué se refieren. Trato de que los textos funcionen independientemente de lo biográfico. No son buenos porque pertenezcan a una determinada vida, sino porque el arte está referido a una cierta alquimia que produce la realidad y que la realidad niega al mismo tiempo porque está convertida en literatura" (Arana F, Elsa. "Entrevista póstuma a Mauricio Wacquez, Frente a un escritor armado", El Mercurio (Santiago), 25 de Marzo, 2001. p. E10 (Artes y Letras)).

Wacquez fue un escritor intensamente libresco y literario, que vivió a través de sus lecturas y sus novelas, lo que redundó en que estas terminaran siendo autobiográficas, no solo porque aludieran a su vida, sino porque ellas mismas se convirtieron en experiencias literarias vividas.

Como creador, Wacquez desdeñó el realismo de carácter naturalista. "Atenerse a lo real", afirmó "es una de las peores formas que reviste el engaño" (Donoso, Claudia. "Cazador prófugo", Hoy, (230): 60-61, 16 de diciembre, 1981). Es por esa razón que en su obra lo objetivo aparece filtrado por la subjetividad y se construye un universo narrativo de total libertad, que no se atiene a las convenciones narrativas imperantes.

La transgresión moral es otro de los elementos sobresalientes en la obra de Wacquez, que se aventura en la homosexualidad y la ambigüedad sexual, el crimen y la traición. Sus personajes, jóvenes e intensos, evolucionan en escenarios construidos a partir de una gran cultura histórica e incluso científica, que comprende desde la botánica hasta la cacería, volcada al papel por medio de un lenguaje elaborado y refinado, muchas veces barroco.

Como escritor, a Wacquez se le vinculó a la tradición francesa y en repetidas ocasiones manifestó su admiración por la obra de Stendhal y Marguerite Yourcenar, así como la de otros autores morales. Entre los autores nacionales, admitió su deuda creativa con José Donoso, con quien lo unió una larga amistad.

La fuerte impronta homosexual de su obra y su desprecio por las modas, impidió su divulgación y apreciación masiva en Chile. No obstante ello, no sería prudente encasillar su obra bajo el rótulo de "literatura de género": en ella la sexualidad fue solo una forma de indagar en problemas trascendentales, como la dualidad y las ambigüedades inherentes al ser humano.