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El voto femenino (1917)

Se ha dicho y se repite mucho que nosotras no estamos preparadas para esto, ¿qué preparación es esa que tiene el más humilde de los hombres con el solo hecho de serlo y que nosotras no podemos alcanzar?

(Barros, Martina. "El voto femenino". Revista chilena. Santiago, diciembre 1917, Año I, Tomo II, número IX, p. 393).

Entre el decreto Amunátegui de 1877, que permitía a las mujeres el acceso a la educación superior, y la Ley 9.292 del año 1949 que declaraba el sufragio femenino irrestricto, tuvo lugar la constitución de distintos tipos de organizaciones de mujeres, como centros (Centro Femenino Belén de Zárraga, zona norte, 1913), ligas (Liga de Mujeres Libre Pensadoras, Valparaíso, 1913), círculos (Circulo de Lectura de Señoras, Santiago, 1916), clubes (Club de Señoras, Santiago, 1915), sociedades (Sociedades de Socorros Mutuos, Valparaíso, 1922), asociaciones (Asociación de Mujeres Universitarias, Santiago, 1931), movimientos (Movimiento Pro-Emancipación de la Mujer -MENCH-, Santiago, 1935) y federaciones (Federación Chilena de Instituciones Femeninas -FECHIF-, Santiago y filiales, 1944) que, a través de acciones y discusiones en torno a los derechos civiles y políticos de las mujeres, las hicieron protagonistas de diversas demandas por igualdad en las esferas política y social.

Antes de esta convergencia de intereses, hubo intentos moderados y aislados en pro de la emancipación de la mujer. La referencia pública al sufragio femenino hecha por Abdón Cifuentes en 1865, la temprana traducción de The subjection of women, de John Stuart Mill, a cargo de Martina Barros y el intento de un grupo de mujeres por inscribirse en los registros electorales de San Felipe en 1875, se cuentan entre estos propósitos.

Aunque la convicción de la señora Barros sobre la obtención del sufragio era más de carácter social y cultural que política, su apelación a los "derechos sociales" de las mujeres será leída posteriormente como "un espacio de libertad y decisión" que, en palabras de Alejandra Castillo, "permitirá, paulatinamente, generar las condiciones necesarias para pedir por la igualdad" (en Barros, Martina. Prólogo a la esclavitud de la mujer. Santiago: Palinodia, 2009, p. 36).

Su conferencia titulada "El voto femenino", así como los detalles que registra al respecto en su volumen de memorias Recuerdos de mi vida, evidencian que Barros no abandonó sus empeños emancipatorios, a pesar del giro conservador que tomó en su vida adulta.

En sus memorias se declara satisfecha de ver realizados algunos de sus anhelos en cuanto a la libertad y autonomía de las mujeres, sobre todo por los avances logrados en relación con el derecho al "voto femenino", ejercicio que alcanzó a presenciar en las elecciones municipales de 1935, 1938 y 1941: "Acabo de ver funcionando el voto femenino en las elecciones municipales en forma tan correcta, desempeñando esos trabajos con el mayor desembarazo y energía cuando el caso lo requería, asombroso en este primer ensayo, y sobre todo hemos visto cumplir con estos deberes a grandes damas, a religiosas y a obreras, sin excepción alguna" (Barros, Martina. Ibíd., p. 305).