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Después de su participación en el Club de Señoras, la Sra. Barros fue nombrada miembro de la recién formada Academia de Letras de la Universidad Católica (1929), en donde leyó uno de sus trabajos: "Historia del feminismo y su desarrollo en Chile".

Si bien el feminismo liberal de Barros afirmó la "superioridad del hombre" en relación con "el esfuerzo, la capacidad mental y la resistencia física", en su concepción, la mujer tiene, sin embargo, "fuerzas morales jamás superadas por el hombre". El "buen gobierno" del hogar constituye, en su opinión, "el valer y el poderío de las mujeres" (Barros, Martina. Recuerdos de mi vida. Santiago: Orbe, 1942, p. 296). Barros entiende el hogar como el trono de la mujer, donde debe imperar y "concentrar todos sus esfuerzos y todas sus actividades para conquistar el respeto del marido y el cariño de sus hijos, formándolos dignamente, que son ellos el pedestal de nuestra gloria" (íbid., p. 297).

En este momento de su vida es cuando mejor se observa la fluctuación entre un pensamiento liberal y una práctica fuertemente religiosa, que la acompañó en su vida adulta. Esta actitud fluctuante funcionó como una estrategia persuasiva frente a las mujeres de su círculo social, pero también sirvió para abrir la discusión sobre los espacios políticos de las mujeres que, a fines de la década de 1920, ya han tomado la bandera de la emancipación a través de expresiones y acciones decididamente feministas.