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Félix José de Augusta

La evangelización de la región de la Araucanía fue encomendada desde el último tercio del siglo XIX a los misioneros capuchinos de la provincia de Baviera, los que dieron impulso a su labor en una época de fuertes problemas sociales, derivados de la radicación forzada de los mapuche en estrechos territorios agrícolas y los continuos abusos de colonos y terratenientes sobre las reducciones recién formadas.

El conocimiento de la lengua local fue fundamental para la labor misionera, lo que impulsó a algunos sacerdotes como Ernesto Wilhem de Moesbach y Félix José de Augusta (1860-1935) a estudiar el mapudungun, cuyo resultado vio la luz en la Gramática araucana (1903), pionera en su género, y las Lecturas araucanas (1910), en las que De Augusta, con la ayuda de otros capuchinos como el párroco de Panguipulli Sigifredo de Fraunhaeusl, recogió una gran cantidad de material lingüístico y etnográfico que complementa el trabajo que realizó una década y media atrás el erudito alemán Rodolfo Lenz.