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efímera duración

En términos generales, las publicaciones periódicas de Concepción se caracterizaron por la efímera vida que tuvieron. Entre 1844 y 1845 apareció El Hambriento; en 1845 lo hizo El Penquista, bisemanario editado por el sector opositor al gobierno. Ese año también se editó La Estrella del Sur, que alcanzó a circular tres números, Miscelánea, La Libertad, La Oposición, La Patria, de clara inclinación oficialista, destacaban entre sus páginas los progresos del comercio y de la industria en la región. Luego aparecieron El Clamor del Sur (1845-1846), Eco Nacional (1846) y El Relámpago (1846). Mayor duración e influencia política y social logró El Correo del Sur editado entre 1849 y 1865. Otros periódicos de mediados del siglo XIX son La Unión, El Boletín del Sur, El Conservador, El Amigo del Pueblo, El Correo del Pueblo, La Tarántula, La Reforma, La Revista del Sur, La Mañana, El Alba, La Democracia Moderna, La Igualdad, El Progreso, El Republicano de clara tendencia anticlerical y La Libertad Católica, entre otros. Todos de duración momentánea.

A fines del siglo XIX surgen nuevas iniciativas de corta permanencia. Entre ellas, El Demócrata (1888-1890) la primera publicación obrera de la región. Así, durante el siglo XIX se conocieron en Concepción más de cincuenta publicaciones periódicas editadas por las más diversas personas e instituciones. Todas buscaban tener voz política, social y económica en el medio local y todas se vieron afectadas por la inestabilidad en la cual trabajaban.

Durante las primeras décadas del siglo XX permaneció la inestabilidad de los proyectos periodísticos producto de la falta de recursos, la escasa respuesta de las empresas y la mala distribución de los ejemplares editados. Son innumerables los nombres de periódicos que surgen en este período. No obstante, hasta mediados del siglo XX las publicaciones tienen gran aceptación en la zona debido a la ausencia o tardía llegada de diarios de circulación nacional. En este contexto, cabe destacar La Patria, que a partir de 1946 y bajo la dirección de Jorge Conejeros, alcanzó los mejores momentos del periodismo penquista. Sin embargo, sucumbió en 1970 ante la competencia periodística del diario El Sur que estaba apoyado por los grandes comerciantes e industriales de la zona lo cual le permitió renovar y modernizar sus instalaciones y equipos, además de captar una buena cantidad de los auspicios y la publicidad local.

Mención aparte merece La Discusión de Chillán. Se trata del segundo diario más antiguo del país que continúa en circulación. Fue fundado el 5 de febrero de 1870. Entre 1875 y 1909, bajo la dirección de Ángel Custodio Oyarzún, vivió su etapa heroica debido al esfuerzo desplegado por dar continuidad al proyecto y superar la pobreza de medios en que se desarrollaba. La Discusión se convirtió en el vocero de la provincia de Ñuble desarrollando una intensa difusión de las inquietudes del agro y del campesinado de la zona.

En Angol el diario El Colono, publicado entre 1885 y 1938, surgió por la preocupación de un grupo de vecinos por la escasa duración que habían logrado los anteriores esfuerzos periodísticos regionales. Gracias a los esfuerzos económicos y humanos desplegados, El Colono alcanzó una vasta repercusión en las regiones sureñas y dejó una profunda huella en el periodismo chileno.