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género folletinesco

El consumo de literatura de folletín era percibido como una actividad banal, destinada a las mujeres y a gente poco ilustrada. La calidad literaria de la novela era objeto de disputa, de la cual Martín Palma da cuenta en el prólogo de su novela La felicidad en el matrimonio: "No ha mucho tiempo la novela era considerada como una de las lecturas más perniciosas para la juventud. Después, modifícase el juicio jeneral y con un poco más de induljencia se ha llegado a considerarla solamente como un pasatiempo frívolo e insignificante, tendiendo más bien a corromper el corazón que a guiarlo, y aun en el dia subsisten muchas preocupaciones a este respecto; empero ya es llegado el tiempo de desengañarse: la novela en la actualidad [...] está llamada a jugar un gran rol en el progreso Humano, porque puede instruir al entendimiento divirtiendo a la imajinación" (p. 4).

A pesar de este entusiasmo, la mala opinión que predominó sobre el género de la novela de folletín persistió incluso durante el siglo XX y se puede ver reflejado en las palabras de José Zamudio sobre la crisis de la novela decimonónica: "Con raras excepciones el género cae en manos poco expertas para el desarrollo de una trama en que vaya mezclado el material histórico con el arte novelesco. Se publican burdos novelones [...]. Aparecen por este tiempo las novelas por entregas que llegan a toda clase de lectores, sin discriminación, que halagan la fantasía con episodios truculentos o de inspiración patriótica, desenvueltos con escaso arte" (pp. 81-82).

El desprecio a este género proviene de sus características convencionales, formuladas con el mero objetivo de entretener. Las novelas de folletín presentan una estructura narrativa, una trama argumental y personajes estereotipados, cuya trayectoria dramática responde a las expectativas de un público amplio, diverso y poco exigente. Son, por lo general, tramas de corte melodramático, en las que se narra la historia de personajes bondadosos que viven una serie de desdichas a causa de los obstáculos que oponen los antagonistas, pero logran triunfar hacia el final. Tanto los personajes como las situaciones están sometidos a un tratamiento esquemático, la trama se amplía y complica desmesuradamente y los aspectos emotivos aparecen sobreexplotados (Estébanez, Demetrio. Diccionario de términos literarios, p. 423).

Buena parte de las novelas de folletín estaban basadas en hechos históricos de corte épico -guerras, hechos políticos, procesos judiciales-, cuyo registro se aderezaba con altas dosis de ficción y una enrevesada trama amorosa. La representación del héroe buscaba exaltar valores como el amor a la patria, el honor o la astucia y forjar un discurso identitario enraizado en un pasado glorioso. Cuando estas fórmulas daban resultado, los mismos personajes y espacios eran reutilizados, dando origen a sagas que podían convertirse en la obra completa de un escritor. Junto con consignar los choques ideológicos y los procesos sociales que servían como contexto a los sucesos narrados, los autores se ocupaban de describir minuciosamente los ambientes, espacios y costumbres de la época referida, tanto así, que muchas de ellas llevaban por subtítulo "novela histórica", "novela social" o "novela de costumbres".

La novela de folletín no solo constituyó un objeto de entretenimiento, sino también un vehículo ideológico, comparable a lo que durante el siglo XX fueron la radio, el cine y la televisión, medios que, por lo demás, construyeron sus productos dramáticos -sus series, teleseries y radioteatros- basándose en las fórmulas de composición del folletín.