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Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas (1901-1918)

Nacido en Santiago, Manuel Antonio Román (1858-1920) fue sacerdote y escritor. Se formó en el Seminario Conciliar de Santiago y ejerció como secretario del Arzobispado de Chile, siempre en la iglesia de la capital. Además formó parte de la Facultad de Teología de la Universidad de Chile y de la Academia Chilena de la Lengua. En su labor escritural, publicó una recopilación titulada Oradores Sagrados de la Iglesia Chilena (1913), por encargo de la Biblioteca de Escritores de Chile.

Entre 1901 y 1918 publicó una serie de artículos en la Revista Católica que -concebidos originalmente como complemento al Manual de locuciones viciosas de Camilo Ortúzar- terminaron dando forma a su Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas. Exponente de la etapa precientifíca en la producción lexicográfica nacional, esta obra manifiesta notorias contradicciones conceptuales e ideológicas. En efecto, la obra comienza con la afirmación de que en Chile, la población debe hablar a la manera chilena. No obstante, excluyó explícitamente léxico obsceno (por estar asociado a las capas más bajas de la sociedad), comercial (por su corta vida lingüística) y extranjero (por las dificultades que supone su pronunciación).

Las palabras que componen el diccionario fueron seleccionadas buscando un punto medio entre dos polos: por un lado, no se pueden aceptar todos los vocablos que se usan en Chile y, por otro, no se pueden descartar todas las palabras que no se usan en España. Ahora bien, si existen dos lexías (una chilena y otra peninsular) que se refieran a un mismo concepto, la población debe preferir el uso español.

Pese a sus falencias metodológicas, la obra de Román constituye un documento de enorme valor lingüístico y cultural.