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La ambicionada y discutida modernidad

El siglo XX inaugura el valor de la novedad. En Santiago, por ejemplo, empiezan a funcionar los tranvías eléctricos, se realizan obras de alcantarillado y de alumbrado público, se instalan teléfonos, se realiza el primer vuelo en aeroplano y se pueden ver los primeros vehículos de transporte con motor a gasolina. Asimismo, surge la concepción de un nuevo tipo de intelectual: ahora no solo bibliófilos y escritores políticos pueblan el campo cultural, sino también cosmopolitas, críticos, rebeldes, intelectuales al día con las más recientes tendencias artísticas europeas. Además, surge un grupo de profesionales que comienza a ejercer en los ámbitos literarios y artísticos, asumiendo otro tipo de compromisos con la creación.

El cine se instala en el ideario simbólico de la sociedad chilena como un índice de progreso y una herramienta para llegar a las grandes audiencias. Junto con proporcionar nuevos espacios de expresión, la cinematografía abrió un mercado masivo, que convirtió a la clase media y a las mujeres en segmentos de público codiciados por la incipiente industria cultural.