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zarzuela

En Madrid se estrenó en 1894 La Verbena de la Paloma, en el mismo año que se estrenó en La Habana. Con temas ligeros, letras en español y una picardía que la ópera no tenía, la audiencia zarzuelera fue más numerosa en América que en España (cf. Benito, Luis Angel. La zarzuela hispanoamericana: una dilatada descolonización en Imágenes de la música iberoamericana. Santander: Fundación Isaac Albeniz, 1992, p. 45). Hacia 1870 llegaron las primeras compañías de zarzuela a Cuba y Puerto Rico, las que luego continuaron recorriendo el continente, presentando obras españolas como Gigantes y Cabezudos, entre otras que desarrollaron el género en el Nuevo Continente. La zarzuela requería escenarios pequeños y recursos sencillos, al punto de que en México se montaba en carpas y teatros comunales.

En Santiago, se presentaron zarzuelas españolas en su formato grande desde 1857, y la zarzuela chica, en un solo acto, desde 1886. Estos espectáculos se ofrecían inicialmente en el teatro del cerro Santa Lucía, conocido como Teatro de la Zarzuela, y después de 1900 se sumaron los teatros Santiago, Politeama, Edén, Variedades y Apolo, Roma, Almagro y Cariola. El Municipal quedó reservado para la ópera.

La inmensa efervescencia que desató el género favoreció el surgimiento de gran cantidad de zarzuelistas criollos. La zarzuela no requería de grandes medios económicos para su montaje como la ópera, por lo cual muchos teatros en las ciudades pudieron contar con estos espectáculos. Las primeras compañías de zarzuela chilenas fueron fundadas por José Jarques e Isidora Segura, y luego por el español Pepe Vila, quien desarrolló una exitosa y larga carrera en nuestro país. Muchas canciones que pasaron a ser parte del cancionero urbano latinoamericano provienen, en efecto, de alguna zarzuela, como ocurrió con "El cóndor pasa", de Perú o "Alma Llanera" de Venezuela, alrededor de 1913. La zarzuela incluso ejerció una importante influencia sobre el teatro en virtud de su poder comercial, según opinaba el dramaturgo chileno Antonio Acevedo Hernández (Muguercia, Magaly. Teatro latinoamericano del siglo XX: primera modernidad (1900-1950). Santiago de Chile: RIL Editores, 2010, p. 44).

En los países latinoamericanos la zarzuela pronto se impregnó de las inquietudes políticas y sociales de la población, incorporando así temáticas que resistían el naciente imperialismo norteamericano (cf. Benito, p. 45). Sin embargo, la zarzuela fue muy criticada por los intelectuales contemporáneos, llegando a afirmar que se trataba de "neocolonialismo cultural, fomentado por las capas altas, que consideraban vulgar lo vernáculo" (Orrego Salas, citado en Benito, p. 46). Asimismo, la zarzuela fue blanco de las críticas de ciertos grupos conservadores, como las señoras de la Liga Católica que se declaraban escandalizadas con sus "atentados a la moral" (Muguercia, p. 41)- y los desórdenes públicos que se desencadenaban durante las funciones, interrumpidas a veces por enfrentamientos y gritos.

Algunas zarzuelas creadas en Chile fueron El Pasaporte (1865), de Guillermo Blest Gana, Una victoria a tiempo (1880), con música de Eustaquio Guzmán, Ir por lana (1887), de Alfredo Irarrázaval, La Redención de Chile, de Guajardo, Tila (1893) y El amor de un loco (1893) de Francisco Caldara, entre otras que pasaron a formar parte del repertorio nacional.