La creación de una imagen de la masculinidad en los sectores de la élite quedó plasmada en una serie de discursos normativos que encontraron en las representaciones gráficas, fundamentalmente por medio de litografías, daguerrotipos y fotografías, sus soportes de circulación y de legitimación social. Por medio de estos mecanismos se propagó un ideal hegemónico que debía ser reproducido por todos los hombres sin importar su condición social, aunque en la realidad este orden genérico se haya visto desdibujado en muchas ocasiones en las prácticas cotidianas de los sujetos. En estas imágenes la hombría fue definida por la sobriedad de los gestos y la apariencia (performance de género). Portando los símbolos del poder, ya fueran éstos bandas presidenciales, trajes militares, objetos relacionados con su profesión, -conformadas principalmente por la abogacía, medicina, los negocios y la política- o dando cuenta de su dignidad letrada, estas representaciones se constituyeron en las señales tradicionales que definían la hombría y el ser hombre en la sociedad chilena moderna.