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Cuando Justo Abel Rosales reasumió su cargo en la Corte de Apelaciones de Santiago en 1881, trabajó en la catalogación y preservación del Archivo de la Real Audiencia, confeccionando un índice de 14.000 expedientes. Al reconocer la complejidad de este trabajo, Benjamín Vicuña Mackenna promovió en el Senado un premio en dinero para Rosales que consistía en $500 pesos, los que le fueron entregados. Tras este episodio, Rosales buscó el apoyo de Vicuña Mackenna para trabajar en la Biblioteca Nacional. Durante el período 1884-1886, cooperó con el traslado de los archivos de la antigua Contaduría Mayor, de la Capitanía General, de la Real Audiencia y de la Casa de Moneda para incrementar la sección de manuscritos de dicha biblioteca, lo que sirvió de base para construir lo que hoy es el Archivo Nacional Histórico. El 7 de febrero de 1887 fue nombrado ayudante de la planta de empleados de la Biblioteca Nacional. Más adelante, su cercanía y adherencia al Presidente José Manuel Balmaceda le costaría su cargo, siendo marginado de éste el 29 de agosto de 1891, en medio de la guerra civil.