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lugares de enunciación de los saberes feministas

El feminismo de los años ochenta habla desde espacios antes negados a la mujer: la academia y la política, reductos desde los cuales no habían podido intervenir ni transformar la sociedad hasta entonces. Los lugares de enunciación que el feminismo gana gracias a la acción de los movimientos de esta época son altamente significativos para el desarrollo de la propuesta democrática.

El problema de la identidad y su búsqueda está íntimamente ligado al de la enunciación, que ocurre simultáneamente en las esferas pública y privada. El ámbito público corresponde primordialmente a la universidad y a los partidos políticos; el privado se concibe como la expresión de un sujeto -en este caso- femenino, autónomo, dueño de sí mismo y de su cuerpo, de sus palabras y actos. Cuando Julieta Kirkwood dice "el feminismo soy yo", lo que hace es establecer la identidad del sujeto femenino que se autoenuncia, que se convierte en sujeto -en persona-, con facultad para nombrar, transformar y dialogar.

La pregunta de "¿qué diablos significa ser mujer?" que Julieta Kirkwood plantea, encierra el problema de la mujer que se pregunta por sí misma, en tanto es el otro respecto del hombre y el lenguaje por él concebido. La represión, la discriminación, el olvido o el silencio del que ha sido víctima el género es el punto de inicio para la discusión y la reflexión feminista.