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Leyenda del Mar

Leyenda del Mar (1977-1979) es música orquestal para un ballet en tres actos compuesta por Juan Lémann entre 1977 y 1979. Inspirado en la leyenda chilena de La Pincoya, el compositor se basó para su creación en el texto del libro Chiloé, Archipiélago Mágico (1972) del escritor de origen chilote, Nicasio Tangol.

Escrita en un año y medio, la primera parte de esta obra fue estrenada y premiada en 1979 en el Festival de Música Chilena organizado por la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile. Su interpretación estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de Chile, bajo la conducción del connotado director de orquesta Víctor Tevah, quienes realizaron luego una grabación comercial de esta obra.

El 4 de septiembre del año siguiente (1980), con el auspicio del Servicio de Desarrollo Científico, Artístico y de Cooperación Internacional de la misma Universidad, la obra fue estrenada íntegramente como ballet por el Ballet Nacional Chileno, en el Teatro Victoria de Santiago. Bajo la dirección de Nora Arriagada, con coreografía de Fernando Beltramí, y vestuario y escenografía de Anita Soza, fue interpretada por catorce bailarines. Sus protagonistas fueron Ximena Concha como la Pincoya y Jorge Ruiz como el Pincoy. Los otros personajes -como las algas, peces y pobladores chilotes- fueron interpretados por Arturo Peralta, Rosa Celis y Nieves Leighton. Un emocionado Tangol estuvo presente en este estreno.

Como señaló el compositor en una entrevista: "Le expliqué a Fernando Beltramí cuál era el espíritu de la música y de la leyenda. Luego él tuvo la iniciativa de invitarme a los ensayos del ballet y, a través del intercambio de ideas, fuimos creando una serie de cambios a la coreografía original. Me gustó mucho el trabajo realizado por Beltramí. Es muy mágico, con mucho colorido e imaginación (...). Es muy importante que se esté dando ballet con música chilena, lo que constituye una innovación ya que todas las composiciones que se utilizan en el ballet son de extranjeros" (Lémann, Juan. "Es importante que se haga ballet con música chilena", La Segunda, 3 de septiembre, 1980, 29).

En la obra, la Pincoya, tal como lo narra la leyenda, es la diosa que personifica la fertilidad marina, y de ella y de sus danzas dependen la abundancia o escasez de mariscos en las playas y de peces en los canales. Junto a su pareja, el Pincoy, recorre las playas desiertas y los roqueríos de las ensenadas sureñas. El ballet se emplaza entonces en tres cuadros: la descripción del mar que sirve de introducción a la leyenda; la playa en que la Pincoya y luego el Pincoy corretean alegremente; y la siembra de mariscos y peces que termina con la gran danza de los pescadores.

"Yo no soy el primer compositor al que le interesa el mar. Debussy lo describió muy bien y es difícil de igualar. Costaba llegar a algo más. El mar me interesó como elemento fluctuante, que coincide con una búsqueda sonora que yo me había planteado. El mar tiene vida, es un elemento estable, pero que está siempre cambiando en ondulación, color, etc. He tratado, en mi obra, de dar una fisonomía sonora de planos fluidos y de entregar toda una ondulación del mar, a través de la música" (ibíd.).

El conjunto de dieciocho músicos es tratado de tal forma que produce el efecto de una gran orquesta. Se compone de tres bloques sonoros, que corresponden a los instrumentos de viento (una flauta, un oboe, un clarinete, un fagot, un corno, una trompeta, y un trombón), las cuerdas (violín I, violín II, una viola, un violoncello y un contrabajo) y la percusión (tres timbales, tres toms-toms, dos tambores, dos bongoes, una tumbadora, cuatro temple blocks, dos woodblocks, tam-tam y varios platillos, glockenspiel, xilófono, vibráfono y marimba, cascabeles metálicos y de bambú, güiro y maracas y, el pianoforte utilizado también como percusión).

"Técnicamente -expresó el músico- la obra es difícil en su ejecución y en su dirección. Contempla sólo dieciocho instrumentistas, siendo el nivel de exigencia para cada uno casi como la de un solista. Las variaciones rítmicas son igualmente complicadas, por lo que no admite falla alguna. De no haber sido por el entusiasmo, la maestría y el magnetismo de Víctor Tevah, director en el Festival, y director para la grabación de Leyenda del Mar, la obra no sale" ("Juan Lémann: cuando la música chilena no es una leyenda", La Nación, 27 de agosto, 1980, 9B). El mismo Tevah, entusiasmado con esta obra, propuso una adaptación para orquesta sinfónica en 1981.