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Himno a las Victorias de Yungay

El 8 de abril de 1839 se estrenó, con letra de Manuel Rengifo, el Himno a las Victorias de Yungay, luego del triunfo en la batalla de Yungay.

Uno de los varios himnos que se crearon en torno a este hecho, se había estrenado el 31 de marzo en el Parral de Gómez por la orquesta del mismo nombre, con letra de Hiliarón Moreno. El texto de este Himno a la espléndida batalla de Yungay dedicado al pueblo de Chile, decía:

En la cima de Yungay fragosa
El heroísmo chileno triunfó
Los cobardes allí sucumbieron,
Los valientes lavaron su honor

La versión que conocemos actualmente, con música de José Luis Zapiola, lleva letra de Ramón Rengifo. Parte de su texto dice:

Cantemos la gloria
Del triunfo marcial
Que el pueblo chileno
Obtuvo en Yungay

Zapiola terminó de componer el himno el 1° de abril de 1839. Lo dedicó al ministro Joaquín Tocornal. El 8 de abril el gobierno ofreció una fiesta para celebrar la victoria y para estrenarlo. Luego de esta celebración empezó a circular en forma de hoja impresa con el título Himno cantado en el sarao que se dio en celebridad de la victoria de Yungay en la noche del 8 de abril de 1839 (Pereira Salas, Eugenio. Prólogo, Recuerdos de treinta años, p. 20).

El Himno de Yungay fue la primera pieza de música impresa en el país que además dio derechos de autor. "Los tipos musicales, dice Ventura Blanco, existían en Chile desde años atrás; sin embargo, nadie conocía su empleo; el mismo Rivadeneira se veía embarazado para usarlos, y quizás la publicación se habría retardado sin la cooperación del señor Francisco Solano Pérez, que descifró el enigma" (La Estrella de Chile, (247):5, 23 de junio, 1871).

El himno fue ejecutado también en Lima, donde tuvo una gran acogida. Ese año de 1839 se tocó mucho. Entre esas versiones destaca Pereira Salas que "entonaron los versos las señoritas Sánchez, Frías, Bolite y Currel, acompañadas por los señores Guzmán, Ferrari y Hasselbrinck" (Pereira Salas, op. cit., p. 22).

Alberto Blest Gana menciona el himno en El Loco Estero cuando describe la entrada del general Bulnes a Santiago. Habla de acordes de "dudosa precisión, pero con un ardor digno de suerte más armónica" (ibíd.).