Durante la administración Prieto, fueron definidos varios símbolos del imaginario nacional. Convencidos de la eficacia de los recursos simbólicos en el proceso de construcción de la identidad nacional, las diversas autoridades concibieron una serie de emblemas, tales como banderas, himnos y escudos, que representasen la colectividad que comenzaba a forjarse en territorio chileno.

En las primeras décadas de vida independiente, estos símbolos fueron reformulados en varias ocasiones. Sin embargo, fue en 1834, durante el primer período presidencial de Prieto, cuando se adoptó el actual escudo de la nación chilena.

Asimismo, en 1837, se instauró el 18 de septiembre como la gran fiesta nacional. Con esta medida se eliminó del calendario cívico republicano la festividad del 12 de febrero, que conmemoraba la Jura de la Independencia de 1818.

Otro hecho que enriqueció el imaginario nacional fue la victoria obtenida por Chile el 20 de enero de 1839 en Yungay. Tras el regreso de las tropas, el gobierno rindió un homenaje a los vencedores anónimos y de origen popular. A partir de ese momento y con el correr de los años, la mítica e idealizada figura del "roto chileno" se consideró una demostración inapelable del arraigo que habían alcanzado los nuevos ideales nacionales en el bajo pueblo chileno.