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Poemas de un novelista

Poemas de un novelista constituyó la única incursión de José Donoso en el género poético. Esta obra reunió una treintena de poemas, escritos a lo largo de una década, entre 1970 y 1980, en diversas residencias y lugares geográficos (Calaicete, Sitges, Madrid). José Donoso los tuvo guardados hasta que se atrevió a publicarlos: "Poco a poco, grano a grano, y por cierto que imperceptiblemente, fue formándose este libro de poemas. Jamás tuve intención de hacerlo. Pero sin darme cuenta, a distancia de años unos de otros, aparecieron como una necesidad pequeña pero diferente y complementario a la de mis novelas" (Prólogo. Poemas de un novelista. Santiago: Ganymedes, c1981. p. 11)

El libro está conformado por cuatro capítulos, según el lugar donde los poemas fueron escritos: "Diario de invierno en Calaceite (1971-72)"; "Tres Poemas de 1952"; "Madrid, 1979"; "Retratos (Sitges, 1977)". Jaime Quezada comenta que estos poemas "se relacionan, a menudo, con la crónica, la confesión personal ("soy lo que no hice, lo que no hago, lo que no haré), la síntesis de un pasado romántico y memorial" ("Donoso en verso y prosa. La aventura poética", Ercilla, (2401): 43-44, 5 de agosto, 1981).

José Donoso siempre se sintió cómodo como narrador. La poesía fue para él una forma de documentar un momento determinado de su vida: "Pero no quiero ser poeta. La poesía me parece un quehacer tan aterradoramente serio, solitario, definitivo, esencial, y las esencias, así, escuetas e implacables, no son mi vocación. Sé muy bien que a ciertos niveles la forma de una novela y su elasticidad dependen de las infinitas vértebras de cada una de sus frases y palabras, formando una estructura real subyacente a la que aparece, lo que al fin y al cabo no es demasiado diferente al rigor de un poema. Pero la novela me da algo como más espacio donde moverme, el regocijo de la acumulación de detalles y anécdota que se construye a sí misma y es válida pese a que no se la someta a un escrutinio demasiado cruel, el código interior que se genera secreto y amplio a la vez a través de trivialidades, algo como la sobrepoblación de una novela por decirlo de algún modo, y la aparente inutilidad de los distintos materiales que pueden llegar a constituirla: tiene para mí la prosa, y en especial la novela, algo de gregario y descuidado, que me gusta y donde me siento bien" (Prólogo, 15-16)