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El lugar de hombres y mujeres en la sociedad chilena

Aunque en menor cantidad, a los establecimientos mineros también migraban mujeres. Muchas se casaban con los obreros, pero otras permanecían solteras y trabajaban para subsistir y ahorrar sus ingresos. Se desempeñaban como pulperas, lavanderas, cocineras, camareras, prostitutas, entre otros oficios asociados tradicionalmente a las mujeres. Una minoría de mujeres casadas se empleaba en las minas, generalmente si obtenían ingresos complementarios a los de sus esposos. Lo hacían a través de la economía informal, arrendando piezas, vendiendo alimentos o lavando ropa. Los trabajos que ofrecían los enclaves mineros para las mujeres eran reducidos y, generalmente, escasamente remunerados. En la mina El Teniente, esta situación, sumada a las deficiencias de sus habitaciones para mujeres, llevó a que las trabajadoras se manifestaran en 1939 contra la compañía, apoyadas por un grupo de obreros.

Las niñas que nacían o llegaban con sus padres a los yacimientos mineros, al igual que los niños, contaban con escuelas donde se les educaba de manera diferenciada, siguiendo el modelo escolar nacional. Así, para las primeras, el cultivo de la economía doméstica era prioritario en el currículum, mientras que para los niños varones la instrucción en las matemáticas y en destrezas manuales era útil para el trabajo minero. La oferta cultural y recreativa también solía ser diferenciada para hombres y mujeres, un ejemplo es la proyección de la película Vergüenza en el biógrafo de la mina, cuya publicidad advertía que el contenido podía ser nocivo para las mujeres. Vergüenza abordaba el contagio de enfermedades venéreas en el seno de una familia.