Felipe V de España difícilmente pudo haberse negado a consentir el deseo de su sobrino Luis XV, de permitir la entrada a sus dominios americanos de la expedición astronómica francesa. Ambos monarcas borbones sostenían una alianza militar que en Europa combatía contra Austria, Holanda y Portugal, mientras que en los mares enfrentaba a la poderosa Inglaterra, para mantenerla al margen del comercio americano. Por eso, cuando la solicitud fue aceptada, a mediados de 1734, las únicas condiciones impuestas fueron que sus integrantes se sometieran a un estricto control aduanero y a aceptar la incorporación de dos acompañantes españoles para que informaran al gobierno español de todas las actividades del grupo.