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Evolución histórica de los castigos

Toda persona que transgrede una norma, comete un delito o ejecuta un crimen es castigada. El castigo se concibe como la imposición de una pena desagradable para la persona transgresora. Por lo general, debe ser proporcional al tipo de delito cometido. No se medirá con la misma vara al asesino que a un hombre y o mujer que roba por necesidad. También, al igual que los crímenes, el castigo va evolucionando a medida que los valores de las sociedades cambian.

Durante la Conquista y el periodo colonial, imperaron los castigos físicos e infamantes. Las penas cumplían un rol ejemplificador. Según la concepción de las autoridades, estos espectáculos públicos del dolor habrían de actuar como amedrentamiento sobre el resto de la sociedad para evitar, así, una futura delincuencia. Fueron típicos el uso de vestimenta especial, el rapado de la cabeza y el desmembramiento del cuerpo. De esta forma, el miedo a padecer un sufrimiento y una humillación similar fueron concebidos como un eventual freno para los delitos. La legislación colonial contemplaba, también, la pena de muerte.

En esta época, también, hubo lugares especiales donde se recluía a los transgresores. Sin embargo, las cárceles en el periodo colonial solo tenían una función precautoria y no punitiva. Es decir, buscaban aislar de la sociedad a los personajes eventualmente peligrosos. Su objetivo era reformar a los sujetos para reinsertarlos en la estructura social y laboral. Una de estas instituciones fue la Casa de Recogidas, verdadero hospital de las almas femeninas que no cumplían con el deber ser de la mujer: castidad, obediencia, sumisión y virginidad. Los presidios más famosos fueron, no obstante, los de Valdivia y Juan Fernández.

Durante la época de la Independencia y hasta mediados del siglo XIX, continuaron imperando las prácticas represivas centradas en la humillación pública del reo. No obstante, en 1836 Diego Portales ideó una nueva forma de castigo: el presidio ambulante. Más adelante, en 1843, se creó la Penitenciaría de Santiago, construcción arquitectónica símbolo de la nueva ideología del castigo: aislamiento y encierro, imposición de una disciplina común y la obligación del trabajo del recluso. A partir de este ejemplo, erigieron más adelante varias cárceles rurales.

Durante esta época, también, se crearon algunos organismos destinados a controlar la delincuencia urbana. Aunque ya existían cuerpos policiales estables, en 1896, nació la Policía Fiscal de Santiago y el Cuerpo de Gendarmes para las Colonias. Esta última debía controlar el bandidaje rural en Chile Central que estaba causando estragos en los campos.

Durante el siglo XX, y hasta la década de 1930, se realizaron varias reformas al sistema carcelario. En 1906 se promulgó el Código de Procedimiento Penal y, en 1911, la Dirección General de Prisiones. En 1927, Carlos Ibáñez del Campo fusionó las policías creando Carabineros de Chile