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José Tomás Ramos Font (1803-1891)

José Tomás Ramos Font nació en la ciudad de Santiago el 22 de marzo de 1803, en la familia conformada por Antonio Ramos Pereira, un comerciante portugués avecindado en Chile, y Juana Josefa Font.

Hizo sus primeros estudios en la escuela del Convento de Santo Domingo en Valparaíso y luego fue enviado a Lima junto a su hermano para ser instruidos por su tío, Bernardo Font, quien también se dedicaba al comercio y quien les ayudó a insertarse en el rubro de los negocios. Volvió a Chile durante el proceso independentista del Perú e instaló un pequeño negocio de importaciones, con el cual logró acumular capital y volver a Lima para continuar su trabajo en los negocios de su tío y probar suerte de manera personal.

Volvió nuevamente a Chile en 1833, teniendo en cuenta que el nuevo régimen político podría serle favorable para sus negocios. Así, se asoció con el comerciante Luis Infante, con quien inició una fábrica de cerveza. Posteriormente, se asoció con Miguel Luis Zañartu Santa María (1786-1851), comerciante, político y abogado, y juntos incursionaron como sociedad en el negocio del trigo, los molinos y la producción de lana.

Hacia 1838 se asoció con el empresario portugués Francisco Álvarez, de quien fue agente comercial y hombre de confianza en el negocio de las importaciones y exportaciones, lo que lo llevó a acumular cierto grado de capital y luego a trasladar en 1840 sus negocios a la ciudad-puerto de Valparaíso y en 1841 formó su casa comercial.

A través de esta sociedad y usufructuando de los barcos de Álvarez, trasladaron productos hacia el sur del país, tales como "azúcar blanca y prieta, chancaca, arroz, yerba mate, palas, acero, clavos, pintura, loza, municiones, cristales, papel, telas, quimones, borlones, hilo blanco, sombreros y pañuelos; retornando sus barcos desde allí con trigo y harina que normalmente colocaban en la costa norte de Chile o en diversos puertos del litoral peruano", mientras que hacia el norte, los barcos volvían con madera, "queso, ajo, ají, cocos, yerba, arroz, azúcar, vinos, limes y diversas clases de herramientas, artículos que, en su gran mayoría, deben haber servido para abastecer las necesidades de los centros mineros de dicha región" (Martínez, Gerardo y Vargas, Juan. "José Tomás Ramos Font: una fortuna del siglo XIX". Estudios Históricos, número 17, Santiago: Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Historia, 1982, p. 359).

Por otro lado, importaron telas, sombreros y otros productos manufacturados desde Europa a través de intermediarios en Valparaíso, principalmente casas comerciales extranjeras, mientras que la importación de productos de consumo alimenticio las realizaron desde Perú y Brasil principalmente. Posteriormente, Ramos decidió formar su propia casa comercial y mantuvo la dinámica de comercio a esos mismos países donde "los productos nacionales -como trigo, frejoles, frutas secas y otros- encontraban una relativamente fácil colocación, la misma que tenían en Chile el azúcar y la yerba que se traía como cargamento de retorno desde Río de Janeiro, Santos y Pernambuco", lo que complementó con "sus envíos con productos de otras latitudes, como lo fueron el salitre peruano (de Lambayeque) y los sombreros de paja del Ecuador, que remitió, vía Panamá, por intermedio de su agente en Guayaquil" (Martínez y Vargas, p. 374-375).

A Perú envío constantemente trigo, harina y madera, y de retorno azúcar, chancaca y melaza, algodón, sal, arroz, tabaco, aguardiente, café, paño, cueros, entre otros. También, y al igual que muchos otros empresarios del siglo XIX tenedores de haciendas, Ramos exportó trigo y harina a los mercados de California y Australia durante la "fiebre del oro". Sin embargo, hacia mediados del siglo las condiciones económicas y de transporte cambiaron, lo que hizo que intermediarios comerciales como José Tomás Ramos disminuyeran su actividad, ya que el telégrafo y los medios de transporte como el ferrocarril y los barcos a vapor permitieron el contacto directo entre productores y compradores.

Esto empujó a comerciantes como Ramos a buscar nuevas inversiones. José Tomás Ramos, por su parte, realizó inversiones en las azucareras del Perú, donde participó en la modernización y mecanización de los procedimientos agrícolas, a la vez que se involucró en la problemática movilización de trabajadores chinos a las faenas peruanas, dónde se acusó incluso a los empresarios de ejercer la esclavitud; invirtió también en bienes raíces en Chile -principalmente Santiago y Valparaíso -, acciones en empresas y otras casas comerciales y mantuvo cierto grado de inversión en las importaciones.

Tras su muerte el 21 de junio de 1891 en su casa de Valparaíso, su herencia fue transferida a los hijos que tuvo con su esposa, Juana Rosa Ramos Larrea (1829-1890), quien había fallecido un año antes.