Los espectáculos ecuestres eran representaciones de la habilidad humana y animal en las cuales caballos amaestrados realizaban diferentes saltos y posturas guiados por un domador o un artista. En pistas circulares de 13,6 metros de diámetro -un esquema que se conserva hasta el día de hoy en los circos-, los jinetes también efectuaban complicadas acrobacias sobre sus caballos. Los actos ecuestres y las funciones gimnásticas que visitaban la capital durante la segunda mitad del siglo XIX acostumbraban anunciar y promocionar sus representaciones en panfletos, al igual que muchos espectáculos de entretenimiento. Normalmente en un pliego impreso se publicaba el nombre de la compañía y la función, el lugar, la fecha y se enumeraban y describían los diferentes números que componían las representaciones junto a sus artistas.