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espectáculo de dos partes

El circo chileno se conformó tempranamente como un "Circo con segunda parte", modalidad que también existió en Argentina y Uruguay. Luego de una primera parte consistente en los clásicos números circenses como malabarismo, acrobacias y números de altura, existía una modalidad que aseguraba una concurrencia grande en sus funciones. Usualmente, la "segunda parte" consistía de una pantomima, en que todos los integrantes participaban de una pequeña obra teatral cómica inspirada en hechos reales, muchas veces de corte histórico. Estas adaptaciones eran muy populares entre los concurrentes y se presentaban en diferentes circos de Chile. Algunos ejemplos fueron las de la Guerra de Pacífico o de las hazañas de Manuel Rodríguez, así como las peripecias del bandolero Joaquín Murieta, las que causaron gran revuelo en la sociedad santiaguina que muchas veces no aprobaba el enaltecimiento de personajes como este. También fueron famosas las pantomimas acuáticas que recreaban el Combate Naval de Iquique, las que ostentaban gran ingenio para sus presentaciones. A veces las pantomimas se basaban en hechos de la crónica roja y en muchos casos eran consideradas una forma de Lira Popular actuadas.

Los números musicales también eran muy populares. Como espacio de sociabilización popular, el folclor encontró en el circo una vertiente donde expresarse. Payadores y folcloristas se presentaban con gran éxito durante la segunda parte, itinerando por todo Chile con el circo. La familia Parra Sandoval tuvo una larga vida vinculada al circo y el menor de los hermanos, Oscar el Tony Canarito, permaneció toda su vida en el circo. Eduardo Parra, el tío Lalo, fue presidente del Sindicato Circense durante seis años y Violeta Parra se presentaba como cupletista en los circos nacionales bajo el nombre de Violeta de Mayo. Muchos renombrados folkloristas hicieron giras por el país bajo las carpas, como los hermanos Campos y la Guadalupe del Carmen, o los Huasos de Pichidegua, conjunto formado por el payador Críspulo Gándara.

Al finalizar una temporada, también era usual que el "fuerte" del circo retara a un duelo de box al campeón del pueblo, lo que aseguraba un cierre de temporada lleno. Muchos se unieron al circo por esta vía, como Juan Arroyo, el Tony Ajicito, quien fue dueño del Circo Frankfort, uno de los más grandes del siglo XX. También pasó por el circo en sus años de juventud Eduardo Barrios, Premio Nacional de Literatura de 1946 y director de la Biblioteca Nacional durante la década del veinte, quien actuó como "fuerte", levantando pesas, participando como boxeador y ocasionalmente de payaso.