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Ejército

La presencia femenina en campañas militares se remonta a la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1837-1839) y a la Guerra del Pacífico (1879-1884). Sin embargo, de manera formal, el Ejército sólo las aceptó en sus filas a partir de 1974. Hacia el fin del siglo XX, su inclusión se limitó a funciones logísticas, administrativas y de profesiones relacionadas con el cuidado de párvulos, la salud dental y el área sanitaria. Tanto las oficiales como suboficiales se instruían en la Escuela de Servicio Auxiliar Femenino del Ejército (ESAFE). Luego, la única alternativa para convertirse en personal castrense era contratarse en el Servicio Militar Femenino de Línea.

En el camino hacia la inclusión paritaria, la primera determinación institucional fue impartir una formación mixta (1995), para lo cual se adaptaron las Escuelas Matrices, es decir, la Escuela Militar y la de Suboficiales. La participación femenina dejó de restringirse al área de Servicios en 1998, al abrirse escalafones de Apoyo Logístico, como Material de Guerra e Intendencia, donde sólo ejercían hombres. El espectro de especialización se amplió aún más con el ingreso femenino a los escalafones Artillería, Ingenieros y Telecomunicaciones, todas de las Armas de Apoyo al Combate. Las Oficiales y Suboficiales accedieron a estas funciones en los años 2003 y 2007, respectivamente. Además, hoy las mujeres pueden optar por especialidades secundarias que hace dos décadas era impensable que desarrollaran, por ejemplo, el paracaidismo militar, pilotaje, artillería antiaérea, buzo táctico e inteligencia.

Las modificaciones han sido sustantivas y significativas en cuanto a oportunidades que antes eran privativas de los varones. La apertura a nuevos escalafones permitió a las Oficiales ascender en la jerarquía institucional hasta el grado de General, pues en Servicios existe un grado tope. Gracias a esta reforma y en general a la política de no discriminación entre sexos que sigue el Ejército de Chile, hombres y mujeres reciben idéntica remuneración si comparten grado, ubicación geográfica, especialización y años de servicio.

Con todo, aún persisten espacios de acción donde las mujeres continúan excluidas, particularmente aquellos que pertenecen al combate directo.