Subir

Flores de papel

Flores de papel es la obra dramática más reconocida y estudiada de Egon Wolff, y la segunda en su tetralogía de obras mayores, junto a Los invasores, La balsa de la Medusa y Tras una puerta cerrada. Fue estrenada el 13 de noviembre de 1970 en el Teatro Municipal de Las Condes, con la dirección de Luis Poirot y las actuaciones de Carla Cristi y Jorge Álvarez.

Esta obra consolida el progresivo uso onírico de la espacialidad que Egon Wolff ya describe en sus trabajos anteriores. En sus seis escenas el departamento de clase media de Eva, una mujer soltera de cuarenta años, es intervenido de modo ominoso por la presencia de Beto, alias "el Merluza", un hombre de treinta años "zaparrastroso, sucio, despeinado, flaco, pálido" que penetra al delicado escenario que la protagonista comparte con su canario Pepito, y donde ella acostumbra a pasar el tiempo fabricando flores con papel de diario. La oposición entre la delicadeza de Eva y la fiereza de El Merluza provoca una incomodidad latente, que progresa hasta convertirse en una sensación de amenaza inminente. Pese a que esta no se expresa discursivamente, se lleva al plano escenográfico con la grotesca proliferación de flores de papel en la escena final. En palabras de Leopoldo Pulgar, Flores de papel "tiene un desarrollo sorpresivo, capaz de pasar desde los momentos asimilables a la comedia sutil e ingeniosa y al drama, hasta quedar al borde de la tragedia y de lo impensable" ("Flores de papel, el equilibrio perfecto", 2000).

Por efecto de esta potencialidad espacial y escenográfica, que evita la explicación discursiva de su anécdota, la crítica periodística y académica prestó atención a esta obra con un creciente número de artículos y ensayos que, desde la primera mitad de la década del setenta, promueven su interpretación desde los más diversos puntos de vista. Mientras para Eduardo Thomas la relación ambigua entre Eva y El Merluza pone en escena la dimensión lúdica de la pareja humana, para Orlando Rodríguez-Sardinas y Carlos Miguel Suárez Radillo se trata de una ficcionalización de la lucha de clases entre la burguesía y los desposeídos. Y mientras para la crítica periodística chilena "la obra se abre hacia un doble fondo psicoanalítico de resonancias personales, sexuales y sociales" ("¿Quién le tenía miedo a Egon Wolff?", 2000), para la teórica de la performance Diana Taylor el hecho de que la única comunicación plena entre ambos protagonistas se haga efectiva por medio de flores de papel de diario expone la dimensión destructiva, además de creativa, que toda obra de arte debe tener para trascender los dualismos de la sociedad occidental moderna y jugar un papel relevante para ella.

La riqueza de interpretaciones que permite Flores de papel ha dado pie a un interés mundial por su difusión, inusitado en el teatro chileno. El mismo año de su estreno, el texto de Flores de papel fue publicado en La Habana, Cuba, por las ediciones de Casa de Las Américas, y en 1971 se editó en Madrid, en un libro que fue distribuido simultáneamente en Santiago, Lima, Quito, Bogotá, Asunción, Tegucigalpa y México. La explosión editorial del texto de Flores de papel hizo que ya en 1971 se realizara el primer montaje fuera de Chile, en San Juan, Argentina. En 1972, el Instituto de Arte Moderno de Buenos Aires hizo lo propio, al igual que el Haymarket Theater de Londres en 1974, el Teatro Salza e Smiaj de Sofía y el Arena Theatre de Atenas en 1976, el Regaland Theatre de Copenhague, el Koningklije Vlaamse de Amberes y el Kegelike Teater de Oslo en 1977, y, en 1978, el Studio de Champs-Elysées de París, junto al Colegio Universitario de Caracas y el Hispanic Theater de Washington D.C. Desde entonces se han sucedido montajes de esta, la obra emblemática de Egon Wolff, en Vancouver, Budapest, Goteburg, Alberta, Luneburg, Xalapa, Tesalónica, New Jersey, Los Ángeles, Estocolmo, Miami, Budapest, Osaka, Tokio, Shanghai, Boras, Minneapolis y en Santiago durante el año 2000, bajo la dirección de Raúl Osorio en la sala Antonio Varas del Teatro Nacional de la Universidad de Chile.