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Persistió en sus intentos literarios

Luis Durand antes de dedicarse a escribir novelas, demostró su talento literario en largas cartas que escribía a mujeres que amaba. Su medio hermano Manuel cuando leyó, en una ocasión, una de estas cartas quedó sorprendido y le comentó que ese mismo lenguaje y estilo lo utilizara para narrar las historias del campo y de Chile: "He notado que tienes facilidad para escribir y poderosa fantasía para pintar el medio en que vives ¿Por qué no la aprovechas escribiendo cuentos y narraciones de nuestra tierra, en las cuales Federico Gana, Guillermo Labarca, Mariano Latorre y Rafael Maluenda hasta ahora apenas han trazado un pequeño rasguño" (Robles Lautaro. "Centenario de Luis Durand", El Mercurio (Valparaíso), 17 de julio, 1995, p. A3). De este modo, Luis Durand comenzó a crear su obra, la cual se centró principalmente en Traiguén, su tierra natal, y sus campos aledaños. Este interés lo explicó muchas veces Luis Durand: "He tratado de reflejar en mi obra todo lo que de Chile me atrae; lo típico en relieve, el encanto de su naturaleza, la singularidad de sus costumbres, el sabor autóctono del lenguaje y, en los usos, el son de una espuela que es como el principio de una tonada" (Muñoz Lagos, Marino. "Los niños y los libros", La Prensa Austral (Punta Arenas), 13 de marzo, 1979, p. 3).

Su primer cuento fue "Amor que nuca engaña", el que publicó en 1927 en la revista Zig-Zag. Más adelante, este relato fue integrado en uno de sus libros con el título de "La riña de los pretiles".