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Talleres para aficionados

En 1964 Joan Turner y Alfonso Unanue fueron contratados por la Casa de la Cultura de Ñuñoa para realizar un taller coreográfico dirigido a aficionados y comenzaron a trabajar por la difusión y enseñanza de la danza. El taller consistió en la creación de un grupo capaz de interpretar obras sencillas al aire libre.

Turner y Unanue detectaron así las potencialidades de la danza como actividad recreativa, que permitía descubrir nuevos talentos y lograba el deseado acercamiento entre la danza y la gente. En 1967 el grupo se trasladó al Instituto Cultural de Las Condes, y comenzó a contar con la colaboración de otros coreógrafos y bailarines del Ballet Nacional Chileno. Hacia 1969, el Taller de Danza de Las Condes ya tenía un grupo estable y un repertorio propio. Al año siguiente la subvención de la Municipalidad de Las Condes se terminó, y el taller se trasladó a la Universidad de Chile, donde finalmente dando origen al Ballet Popular.