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Homenaje póstumo a Mariana Cox en 1914

El 8 de septiembre de 1914, Mariana Cox (Shade) falleció en París a causa de una afección al corazón que sufría hacía un tiempo, enfermedad que la había llevado primeramente a viajar a Francia con el fin de encontrar tratamiento. Con motivo de su muerte, aparecieron artículos que recordaron su figura y su obra en las revistas Zig-Zag (1905-1964) y en Pacífico Magazine (1913-1921) durante septiembre del mismo año. Estos diferentes textos, de carácter laudatorio y también con un tono de defensa a la memoria de la autora, hicieron énfasis en la idea de Cox como una escritora incomprendida en la época, pensamiento que con frecuencia fue retomado en escritos posteriores sobre Shade.

Un artículo que apareció en Zig-Zag firmado por A. Donoso -nombre que podría atribuirse al crítico Armando Donoso (1886-1946), quien hacia 1914 era el Director literario de la revista-, recordó la figura de Mariana Cox, en especial, el carácter espiritual de sus textos: "Mucho hay en su obra y mucho hubo en su vida que nos hacía recordar a la santa y grande Eugenia de Guérin y al atormentado Federico R. Amiel: releamos algunos fragmentos del Relicario y del Diario y acudirán a las ventanas de nuestro espíritu las mismas brisas de mística primavera que ya habían pasado ante nuestros entusiasmos cuando conocimos los fragmentos de aquel Shade inolvidable". El texto destacó, sobre todo, la afinidad del pensamiento de la autora con estos dos escritores, quienes "eternamente comulgaron en la belleza de Grecia, pero con los ojos puestos temblorosamente en la Cruz. Fue como ellos inquieta, dulce, pía y suave. Su obra es la historia de su espíritu. Y su espíritu fue muy puro y muy interesante" (Donoso, A. "Mariana Cox". Zig-Zag. Número 499, 12 sep. 1914).

De los artículos que se publicaron en homenaje a la autora luego de su fallecimiento, los textos de Inés Echeverría (Iris) (1868-1949) y Alone (1891-1984) -personas muy cercanas a Shade- fueron los que presentaron un tono de defensa en su memoria. "Iris (la luz) y Shade (la sombra) fueron íntimas amigas. Ambas de la aristocracia, se sintieron incómodas en su clase social y sirvieron de nexo entre el grupo dirigente y la clase media emergente (Echeverría Mónica. Agonía de una irreverente. Santiago de Chile: Catalonia Ltda., 2018). Cox y Echeverría "fueron ambas mujeres de gran cultura y provocaron apasionadas admiraciones en los jóvenes literatos de su tiempo" (Valdés, Adriana. "Las novelistas chilenas". Aisthesis. Número 3, 1968, p. 115), además de ser unas de las primeras mujeres que organizaron tertulias literarias a inicios del siglo XX (Oses, Darío. "La conversación literaria: un capítulo de la historia de la lectura en Chile. Salones, tertulias, ateneos, en Chile, en los siglos XIX y XX". Anales de la Literatura Chilena. Año 13, número 17, 2012, p. 49).

En su texto, Iris apeló directamente a Mariana Cox. Escribió sus palabras el mismo día del fallecimiento de la autora, según la datación que aparece en la revista Zig-Zag. Echeverría, además de expresar dolor al despedir a su amiga, refirió a la persistencia de la autora con su obra, a pesar de haber recibido comentarios negativos: "Pero nada destruyó el divino talismán que poseías… Ni la incomprensión torpe ni el juicio mezquino logró extinguir tu reír sano, tu voz de sirena y tus ideales altísimos. Mientras más duramente se ensañó en ti la maldad, más noble se irguió tu talle, más misteriosos se volvieron tus ojos y más vibraciones tomó tu acento" (Iris. "Iris a Shade: despedida". Zig-Zag. Número 501, 26 septiembre 1914). Para Iris, gran parte de estos juicios se debieron a que Mariana Cox no respondía a las exigencias que la sociedad aristocrática proyectaba sobre las mujeres y en particular, sobre una mujer escritora: "Fuiste mujer. Ese fue tu crimen y tu corona. No se te reconocía el derecho de ser la creatura deliciosa y exquisita que la naturaleza te había hecho con fines superiores. Tenías todos los privilegios que constituyen fatalmente las excepciones y habías de someterte a los mismos deberes que la última creatura" (Iris).

Opinión similar fue la de Alone, en un artículo que publicó en Pacífico Magazine en homenaje a Mariana Cox, quien fue su amiga: "Para que una escritora se revele y surja entre nosotros, necesita ser un temperamento extraordinario con dotes no solo de talento, sino de carácter que hagan de su revelación una especie de rebelión. La mujer, se dice, no debe escribir; sale de su círculo; descuida el hogar que es su templo y su cocina, que es su santuario. Por eso la aparición de Shade en nuestra reducida arena literaria, el paso de esa sombra 'ligera, alada y sagrada' por entre nuestros rudos escritores masculinos; tuvo una repercusión casi de escándalo". Tal alboroto, según explicó Alone, se produjo debido a que los artículos que Mariana Cox publicó en un principio en medios periódicos se atribuyeron al sacerdote y crítico literario Omer Emeth (1860-1935), es decir, un escritor hombre, pues no se concebía que una mujer manejara el conocimiento desplegado en dichos textos: "Al principio nadie creía que una mujer escribiera esas crónicas donde veía sino una inmensa erudición y lecturas de todos los clásicos en todos los idiomas" (Alone. "Shade". Pacífico Magazine. Número 21, 20 septiembre 1914, p. 365).