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Flotas y galeones comerciales

Desde los inicios de la conquista y colonización americana, la corona española permitió la libre circulación de navíos mercantes para abastecer a las nuevas colonias de ultramar, esto, facilitado por la Casa de Contratación de Sevilla y luego Cádiz, institución administrativa y burocrática encargada de regular el comercio y la navegación hacia y desde América.

Sin embargo, con el poco control provisto en las primeras décadas, fue común el contrabando, la circulación ilegal y los ataques de piratas y corsarios a los navíos mercantes, propiciado por los conflictos económicos, políticos y militares de las coronas europeas. Debido a aquello, mediante el sistema de flotas y galeones la corona española aseguró el monopolio comercial y vigiló el tráfico trasatlántico y en el Océano Pacífico, protegiendo el comercio de sus adversarios europeos.

El sistema consistió en dos flotas compuestas por mercantes y galeones provistos de artillería que cruzaban anualmente el océano Atlántico rumbo a América, donde se celebraban grandes ferias en Veracruz, Cartagena de Indias y Portobelo. Desde allí los bienes europeos, en propiedad de los grandes mercaderes indianos, se trasladaban a los centros distribuidores: desde Veracruz a México, donde se almacenaba, distribuía y revendía a todo el virreinato del norte. Desde Cartagena de Indias se abastecía a toda Nueva Granada. Desde Portobelo el cargamento de los galeones atravesaba el istmo de Panamá y en esa ciudad se reembarcaba hacia el Callao, donde se almacenaba y distribuía al resto de Sudamérica. Otra de las rutas comerciales fue el Cabo de Hornos, más peligrosa por las inclemencias del tiempo y la geografía del Estrecho de Magallanes, pero que entregó una alternativa hacia el sur del continente para comercio desde Buenos Aires con puertos como Valparaíso, Iquique y el Callao (Ross, Agustín. Reseña histórica del comercio de Chile durante la era colonial. Santiago de Chile: Impr. Cervantes, 1894, p. 1-145).

El monopolio comercial establecido por España con sus colonias originó la idea de que la imposibilidad de comerciar libremente habría producido un estancamiento en el desarrollo económico de las colonias, mientras España se enriquecía beneficiada por la exclusividad del tráfico. Esta situación habría provocado una tensión entre criollos y españoles y habría repercutido profundamente como una de las causas de la Independencia.

El historiador Sergio Villalobos ha argumentado que esta idea sería, bajo su análisis personal, un mito historiográfico ya que en el siglo XVIII el monopolio comercial estaba ampliamente sobrepasado por la fuerza y autonomía que paulatinamente adquirió el contrabando y por las medidas que la corona debió implementar para contrarrestarlo.