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Cazadores recolectores terrestres

La caza recolección de amplio espectro permitió el establecimiento de una movilidad estacional o trashumancia entre valles, interfluvios y precordillera. Los cazadores se especializaron en la obtención de guanacos (Lama guanicoe), vicuñas (Vicugna vicugna), zorros (Lycalopex sp.), vizcachas (Lagidium viscacia) y distintas especies de aves. Al mismo tiempo, la recolección de frutos y semillas cobró importancia en la complementación alimenticia y permitió conocer el potencial vegetal del área, condición necesaria para una futura actividad agrícola.

En la porción septentrional del norte semiárido, principalmente en la pampa y precordillera emplazadas entre las cuencas del Salado y del Huasco, las evidencias de estos grupos se remiten a contextos de obtención y procesamiento de materias primas líticas -canteras y talleres- para la fabricación de artefactos y herramientas, así como campamentos asociados a estas labores.

Más al sur, se han detectado además aleros rocosos que servían de refugio temporal a los cazadores recolectores arcaicos que circulaban por el sector. Entre ellos destaca el Monumento Natural de San Pedro Viejo de Pichasca, al interior del valle del Limarí. En esta gran casa de piedra, utilizada desde el año 8000 a.C., se encontraron puntas de proyectil triangulares, implementos de molienda y cestería, así como conchas del Pacífico que dan cuenta de la alta movilidad de estos grupos. Más tardíamente (5000 a.C.), los pobladores de Pichasca habrían complementado la caza y recolección con actividades hortícolas, como lo demuestra la presencia de restos de porotos (Phaseolus vulgaris) conservados gracias a la sequedad del ambiente. Otros momentos de ocupación del sitio ocurren durante el período agroalfarero, como lo evidencia el tipo de cerámica presente en los niveles superiores del alero.