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Desde su origen

Manuel Peña Muñoz señala en su libro Los Cafés Literarios en Chile (2001), que la primera cafetería inaugurada en el mundo fue en 1554, en Turquía. En estos recintos la gente se reunía alrededor de una taza de café para departir y conversar diversos temas, desde literarios hasta políticos. Tal fue su éxito, que aparecieron sitios similares en todo el Medio Oriente y, posteriormente, se expandió hacia Europa.

Por su parte, el origen del café se remonta al siglo IX y fue una bebida descubierta por los musulmanes. En un principio era utilizada como remedio y se conocía como bunchu, nombre que fue asignado por un médico persa llamado Al Razi (865-923). Más tarde, en el siglo XIII fueron los musulmanes quienes idearon el tostado de las semillas, previamente secadas al sol. Con esto, se hizo popular y su uso se expandió por Siria y Constantinopla.

Antes de convertirse en una bebida social imprescindible en el mundo islámico, el café tuvo diversos empleos: pasó de ser una bebida religiosa o trago estimulante para los guerreros a convertirse en un signo de prestigio social. Por esta razón, este invento fue por mucho tiempo guardado y se prohibió su exportación. Sin embargo con la expansión del mahometismo y las conquistas e invasiones por tierras africanas, asiáticas y europeas, el café inició su circulación mundial.