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Diez cuentos de bandidos

Publicado en 1972 por la editorial Quimantú, con un tiraje de 50.000 ejemplares, Diez cuentos de bandidos recoge una selección de relatos imprescindibles. Según Enrique Lihn, además de ser un gusto ver reunidos en un libro "algunos de los mejores cuentos chilenos sobre bandidos", sirve también "para observar cómo la literatura se transforma junto con la sociedad y de qué modo dentro de una misma coyuntura histórica las tensiones de aquélla dan lugar al antagonismo en el plano de la creación literaria" (pág. 5).

Baldomero Lillo abre la selección con el cuento "Quilapán", el cual, si bien no tiene bandidos, fue escogido por Lihn por considerar imposible la exclusión de este autor esencial para el cuento chileno. Le siguen a este cuento, "Complot" de Olegario Lazo Baeza y "Los dos" de Rafael Maluenda. El de Lazo Baeza narra la posible traición que afectaría al teniente Luco por parte del oficial Verdugo; mientras que el de Maluenda ofrece uno de los puntos altos de la narrativa bandolera nacional, relatando el encuentro entre dos prestigiosos bandidos, el Macheteado y el Huinco. Por su parte, "El cuarto de las garras" de Fernando Santiván es, según Lihn, "una terrible estampa, un cuadro de costumbres del bandolerismo" (pág. 19). Otros cuentos que componen esta selección son: "El aspado" de Mariano Latorre, "Pat'e cabra" de Víctor Domingo Silva, "Cuesta arriba" -con el Champa y el Manzanas Agrias como protagonistas- de Luis Durand; y "El bonete maulino" de Manuel Rojas. Este último aparece como uno de los mejores cuentos de Rojas y, junto con "Los dos", de la literatura chilena de bandidos.

Finalmente son dos "Negros" quienes cierran esta selección. Uno es el protagonista de "El último disparo del Negro Chávez" de Óscar Castro y el otro, el personaje de "La espera" de Guillermo Blanco, quien remece con su sola presencia la tranquila vida de su patrón y esposa.