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el bandido en nuestra literatura

En su artículo "El bandido chileno en la literatura chilena" (1935), pionero en la materia, Elvira Dantel Argandoña establece un marco contextual para el análisis de este personaje en la literatura chilena. Asimismo, se encarga de revisar las numerosas representaciones que la narrativa ha construido de este hombre "fuera de la ley" (p. 243), desde las novelas de folletín hasta los autores de la década de 1930.

Algunos de los bandidos por los que transita Argandoña son: Pancho Falcato, Ciríaco Contreras, los cerrilleros de Teno --descritos por Vicente Pérez Rosales--, Miguel Turra, José Miguel Neira, Paulino Salas, Vicente Benavides, los hermanos Pincheira y Pascual Liberona, conocido como "el Brujo", por su habilidad para esconderse y volverse, así, invisible. De Neira comenta que es uno de los bandidos que ha tenido "mayor número de intérpretes, sobre todo de carácter histórico o monográfico". A Liberona lo describe como un "hombre astuto y provisto de esa ironía campechana que caracteriza al roto" (p. 254). De Benavides y de los Pincheira sostiene que "recuerdan a través de un siglo de distancia, a los ejércitos de Pancho Villa y de Zapata en los estados del Norte de Méjico" (p. 260). Además, agrega que al comienzo actuaron en conjunto: "Puede decirse que ellos tenían el dominio de la cordillera, así como Benavides el control del valle y de la cordillera de la Costa. Tanto Benavides como los Pincheira habían conseguido la adhesión de los indios pehuenches que, con sus hordas de mocetones, sus caballos crinudos y sus lanzas de coligüe entraban a saco en los pueblos y fundos de toda la región sureña" (ibíd.).

La autora cita también al Toro Frutilla, muerto en una lucha contra los carabineros cerca de Loncoche; al Chichero, el famoso bandido en la pampa salitrera; y al Chango Aracena, "verdadero señor del desierto" (pág. 246), fusilado en Antofagasta.

Según Dantel, algunos novelistas de folletín, como Ramón Pacheco, Martín Palma y Daniel Barros Grez, "intentaron la pintura de las costumbres y esbozaron algunos tipos populares como bandidos y ladrones del hampa santiaguina" (pág. 297). A la vez, reconoce a tres escritores que "han pintado un salteo con la forma más cercana a su tragedia real" (pág. 246). Se trata de Mariano Latorre en "El zapatero de Liali", Joaquín Díaz Garcés en "La voz del torrente", y Manuel Rojas, en el cuento titulado "El bonete maulino".

Para complementar el artículo de Elvira Dantel, se puede revisar el escrito por Maximiliano Salinas Campos, titulado "El bandolero chileno del siglo XIX".