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representaciones religiosas

Los temas religiosos más recurrentes en la pintura y arte virreinal se relacionaban directamente con la necesidad de exacerbar los caracteres dramáticos de las representaciones. Las crucifixiones y la recreación de escenas religiosas dramáticas eran características en la época.

Las órdenes religiosas, principales clientes de los artistas hispanoamericanos durante la Colonia, encargaban frecuentemente pintar a sus santos y patrones favoritos. Es así como las llamadas "series monásticas" o "ciclos conventuales," en que se relataba, mediante la realización de series de pinturas, la vida de estos personajes, se convirtió en uno de los géneros más característicos del arte virreinal. Destinadas a adornar los muros de las iglesias, estas series de cuadros alcanzaron en Hispanoamérica hasta sesenta episodios. San Francisco, Santo Domingo, San Ignacio, San Francisco Javier, San Pedro Nolasco, San Nicolás, Santa Teresa, Santa Catalina, fueron los santos favoritos del pueblo americano quienes llegaban a conocer a través de estos cuadros su vida y milagros. En estas vidas de santos, además, se incluían representaciones de la vida cotidiana en tiempos de la Colonia, lo que ha aportado gran cantidad de información a las investigaciones hsitóricas sobre la vida cotidiana de la sociedad virreinal.

Los motivos religiosos experimentaron en la América Colonial un proceso de adaptación en el que se recontextualizaron símbolos religiosos que en el Nuevo Continente no tenían sentido. Fue así que algunos santos como "Santiago Matamoros" pasó a convertirse en las representaciones en "Santiago Mata-indios", o también la representación de San Isidro, el cual se empezó a representar vestido con poncho y una bolsita de coca colgando.

Algunas adaptaciones eran también de orden simbólico, en el que divinidades antiguas eran suplantadas por las nuevas imágenes del Cristianismo, como en el caso de la Virgen María y la Pachamama.