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los pucaras

A fines del siglo X DC, existió una movilidad pedestre y caravanera que articulaba diferentes ambientes, recursos y poblaciones. Poblados de distintos tamaños y fisonomías se insertaban en múltiples redes de tráfico. Los bordes de estas redes actuaban como fronteras cosmopolitas y grandes territorios vacíos destinados al tránsito se disponían entre las diversas sociedades o etnias. En medio de estas rutas caravaneras, hoy encontramos cientos de estancias, paraderos, santuarios y sitios ceremoniales abandonados que atestiguan este intenso tráfico e interacción social.

Grandes aldeas o pucaras fueron fundadas en las zonas productivas de mayor valor económico, a veces sobre pequeños cerros o en mesetas rodeadas por extensos muros de circunvalación. En ciertas épocas del año, los pucaras funcionaban como centros político-religiosos donde una o varias comunidades se reunían para diversos propósitos, como fiestas, ceremonias calendarías y trabajos colectivos relacionados con el ciclo agrícola y ganadero.

La arquitectura aldeana aglutinada, planeada y de mayor jerarquía se conoce entre las sociedades aymaras como markas, mientras que en el idioma Quechua se les designa como llactas y, seguramente, en la lengua Atacameña o Cunza, sea apropiado utilizar el vocablo Licán.